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viernes, agosto 21, 2009

El camino de Daniel

ADIÓS A UN PORFIADO SOÑADOR

“Si tuviera los medios, me dedicaría exclusivamente a lo que más me gusta: la producción de películas. Pero el compás de espera para llevar a cabo un sueño puede ser larguísimo”, escribió Daniel Camino Diez Canseco en nuestro suplemento El Dominical hace pocas semanas. Su corazón ya le había jugado algunas malas pasadas y el último jueves, por desdicha, dejó de latir. Daniel fue ante todo un hombre bueno y decente, un espíritu libre, un apasionado creador dispuesto a transitar por el espinoso camino de los propios sueños. En síntesis una especie en extinción y como tal, único y fascinante.
Constantemente generaba nuevos proyectos, el último “una serie televisiva de exportación sobre un problema mundial: la adicción a las drogas. Muestra lo fácil que es caer en ella y las alternativas para salir”, contó. Fue periodista (en su último artículo entrevistó a la notable escritora peruana, afrorrealista, Lucía Charún Illescas); crítico de cine, guionista, productor y compositor. Reconocía el talento ajeno y se esforzaba por apoyarlo. Distintas generaciones de jóvenes creadores recibimos sus palabras de aliento, sus sabias recomendaciones y una lección de constancia y optimismo. Iba por la vida atento a quien necesitara de su ayuda, un andariego dispuesto a tenderle la mano a quien lo requiriera. Según este señor, dos palabras no debían existir: mezquindad y vanidad (y para él efectivamente no existían).
Por esas cosas del destino murió la mañana del lanzamiento del XIII Festival de Cine de Lima —que va del 7 al 15 de agosto—, el mayor evento cinematográfico del Perú con el que colaboraba desinteresada y activamente convencido de que nuestra capital podría convertirse en una meca del cine, “como San Sebastián, Berlín o Cannes, ¿por qué no?”, decía. En el lanzamiento Édgar Saba, director del festival, le dedicó unas sentidas palabras ante la prensa. Recordó: “En la primera versión del festival yo estaba muy nervioso pensando que todo sería un fracaso, que no llegarían figuras internacionales para resaltar la cita. Daniel cogió el teléfono y llamó a la actriz mexicana Silvia Pinal y le dijo ven y ella vino, lo mismo hizo con Arturo Ripstein”. Camino era un profesional respetado, bien contactado pero principalmente muy querido por todas las personas con las que se vinculó.
A finales de la década de los sesenta trabajando con Chabuca Granda descubrió, con sorpresa, que tenía talento musical. Compuso entre otras canciones “Macondo”, una cumbia inspirada en la novela “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez con la que ganó, en 1969, el segundo premio del Festival de Ancón. “Macondo” se convirtió rápidamente en un hit internacional, en un himno latinoamericanista que sigue vigente. Daniel se consideraba “porfiado”. Escribió: “Si creo en algo jamás me doy por vencido. Hasta de Papá Noel me he disfrazado para sobrevivir”. Con “Macondo” nos enseñó a cantar “me imagino y vuelvo a vivir en mi memoria quemada por el sol, mariposas amarillas Mauricio Babilonia, mariposas amarillas que vuelan liberadas”. Chau Daniel liberado, desde este lado siempre te recordaremos con cariño y admiración. Y se te extrañará mucho, demasiado.
El Comercio, 25 de julio de 2009

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