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jueves, agosto 13, 2015

Redes de vida


La creación de nuevas y extensas reservas marinas es una tendencia mundial. El Perú está algo rezagado, especialmente en la protección del mar tropical norteño.


En 2009 se cumplió el centenario de la creación de la Compañía Administradora del Guano, ese fertilizante natural íntimamente vinculado a la historia y progreso del Perú, desde tiempos precolombinos. Para ese año la doctora Patricia Majluf ya llevaba varios impulsando la creación de un sistema de áreas marinas que incluyera a todas las islas y puntas guaneras y dos millas de mar adyacente.

Persistencia
Patricia Majluf es una científica de renombre internacional. En 2006 recibió el premio Whitley de Oro a la conservación de la naturaleza de manos de la princesa Ana de Inglaterra, en la Real Sociedad Geográfica de Londres. Pero esas cosas mundanas nunca le quitaron el sueño a esta infatigable estudiosa de las riquezas marinas, consagrada a la conservación e investigación en punta San Juan de Marcona.
Lo que sí le quitaba el sueño era el sentido de urgencia de crear una extensa zona donde las criaturas marinas y los procesos ecológicos y evolutivos quedasen protegidos a perpetuidad. Insistió y persistió para la creación de un corredor biológico y proteger así zonas vitales para la reproducción y supervivencia de lobos marinos, pingüinos, aves guaneras, delfines, ballenas y especies fundamentales como la anchoveta, pequeño y nutritivo pez de valor alimenticio para los humanos y los mamíferos marinos, amén de base de la industria pesquera nacional.
Majluf sabía que de dicho circuito dependía la conservación de las costumbres, religiosidad, historia, leyendas, tradiciones y modo de vida de miles de familias de pescadores artesanales y marisqueros.

La gran reserva
El primer día de enero de 2010, el gobierno de Alan García creó la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras (RNSIIPG): 22 islas, islotes y 11 puntas a lo largo de la costa peruana, desde la isla Lobos de Tierra, en Piura, hasta Punta Coles, Moquegua, en el límite con Tacna. Una extensión de 140.833,47 hectáreas que visibilizó la orfandad en que se encontraba el mar tropical del norte.

Aguas cálidas
La creación de una reserva en el mar tropical peruano supondría la protección integral del Pacífico peruano.

Esto llevó a otro persistente, el empresario José ‘Joe’ Koechlin y su asociación Inkaterra, a impulsar la creación de la reserva marina Cabo Blanco-Banco de Máncora. Con ella los diversos ecosistemas que conforman el mar de Grau quedarían totalmente protegidos.
Al recorrer la costa peruana se atraviesa una aridez serena. Las dunas y extensas planicies cambian de colores, según la composición del terreno y los golpes de luz que dan las distintas horas del día. Bastante hacia el norte aparece como un espejismo una súbita explosión de verdor y los bosques secos ecuatoriales cubren el paisaje. Ese verde señala que atrás quedaron las aguas frías del mar más rico del planeta.

 
El mar tropical
La costa peruana se divide en dos regiones ecológicas claramente identificables: el desierto costero, bañado por el mar frío y un pequeño rincón al norte con un mar cálido, considerado tropical y que alcanza temperaturas –en sus aguas superficiales– superiores a los 22 ºC en verano. Es un mar considerado tropical, y menos salino por la cantidad de agua dulce que recibe de las lluvias.
Ese mar tropical nace en el extremo norte del Perú, baña Ecuador, la costa oeste de Colombia y Centroamérica y corre hasta el sur de Baja California, en México, alcanzando inclusive el extremo sur de California, Estados Unidos.

Proteger y recuperar
‘Joe’ Koechlin e Inkaterra impulsan la creación de una reserva marina para proteger y recuperar los recursos de ese mar tropical, desde el legendario Cabo Blanco (donde Ernest Hemingway llegó en busca del gran pez espada) hasta el Banco de Máncora. Esta intenta ordenar el espacio y promover el turismo sostenible, la pesca y deportes acuáticos recreativos, y la pesca artesanal ordenada. El proyecto beneficiará a 300 mil pobladores y apunta a que los nueve distritos frente a la esperada reserva de 6.500 kms2 y 5 millas de mar, se desarrollen con un enfoque sostenible.
El área alberga el 35% de las especies marinas del Perú, varias de ellas en peligro. Cabo Blanco-Banco de Máncora protegería integralmente el Pacífico Peruano. Para los expertos, solo sumando el proyecto de Koechlin a lo logrado por la doctora Majluf en las aguas de la corriente fría, el mar de Grau dejará de ser depredado y maltratado.

Martha Meier M.Q.
Editora Central de El Dominical

UN ACUERDO HISTÓRICO
-- Diversos estudios científicos alertan sobre el posible colapso ecológico de los océanos por la explotación a la que son sometidos.
-- La Alianza de Alta Mar, que reúne a la mayoría de países de la Tierra, ha asumido el compromiso de trabajar en la elaboración de un acuerdo para la conservación de los mares.
-- El reto es establecer áreas protegidas en aguas internacionales, un espacio que representa alrededor del 50% de la superficie del planeta.
-- La Alianza se reunió recientemente en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, y anunció la convocatoria de una conferencia intergubernamental para perfilar un instrumento vinculante de conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina en aguas internacionales, fuera de las jurisdicciones nacionales.
-- A esto es necesario sumar reservas marinas en las costas de los países para frenar el deterioro. (MMMQ)
El Dominical, 08 de febrero de 2015

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