Las reservas gasíferas de la selva de Junín podrían empalidecer a las de
Camisea y garantizar la seguridad energética del país.
Pichanaki pide el retiro de la empresa Pluspetrol, en fase de
exploración sísmica 2D en el lote 108. Según estudios, ese lote encerraría una
de las reservas gasíferas más grandes del mundo. Una garantía para la seguridad
energética de nuestro país y el desarrollo económico a largo plazo. Pero esta
es la historia sin fin: una vez más, la desinformación y la desconfianza traban
un proyecto mientras los madereros ilegales arrasan los bosques y, cada tanto,
se requisan cargamentos de cocaína.
Pluspetrol se encuentra con una oposición generada por elementos
antiinversión en un momento complicado: a poco de elecciones regionales,
provinciales y distritales.
Este proyecto gasífero abarca cuatro distritos: Satipo, Mazamari, San
Martín de Pangoa y Río Tambo, ubicados en las provincias de Chanchamayo, Satipo
y Oxapampa (regiones de Junín y Pasco), cuenta con un plan de manejo ambiental
y la aprobación del estudio de impacto ambiental (EIA).
La fase de exploración sísmica no contamina suelos, ríos ni
plantaciones, pero los privados no tienen la pericia para identificar a sus
opositores (personajes politizados, ligados a mafias madereras, entre otras) y
tampoco para comunicar los beneficios económicos a las comunidades. El
emprendimiento de Pluspetrol debiera ser de orgullo regional, algo así como
"Junín y Pasco: la fuerza que mueve al Perú".
Desinformación
Pichanaki es parte de la provincia de Chanchamayo, capital cafetalera
del Perú. Toda esta zona fue dominada por el terrorismo en los años ochenta y
principios de los noventa. Este antiguo territorio de asháninkas, yaneshas y
nomatsiguengas es un verdadero paraíso donde la selva se intercala con
ordenadas chacras de frutales y cafetales, y el río Perené forma playas.
Los pobladores de Pichanaki piden que la empresa retroceda. Mencionan
derrames petroleros ocurridos en la selva norte (una demostración de que no
están al tanto de que es un proyecto gasífero y no petrolero). Han recibido
información sesgada sobre esos derrames, pues varios corresponden a otras
empresas, como Petro-Perú, por ejemplo. La información tergiversada campea pese
a los 134 talleres realizados, en 101 comunidades nativas y 33 centros
poblados, y 3 audiencias públicas con participación de las autoridades
nacionales respectivas. La empresa cuenta con licencia social de 1.900
agricultores y 34 comunidades nativas.
A la cabeza de la "protesta" está el párroco Ricardo García
García, fiscal del Frente de Defensa Ambiental de Pichanaki. No se recuerda que
García haya levantado la voz contra la tala ilegal, así que no queda claro qué
defiende, ¿a la ilegalidad frente a la empresa formal?
TERRORISMO
Importancia geopolítica
Toda el área del lote 108 fue dominada por Sendero Luminoso y, en menor
medida, por el MRTA. Aún se encuentra, en Mazamari, la base antiterrorista
Sinchis, de donde salieron efectivos para apoyar la búsqueda de los cuatro
asháninkas, encabezados por el dirigente Edwin Chota, asesinados por los
narcomadereros.
La presencia de proyectos privados en la zona contribuye a la
prosperidad de la comunidad y con ello a frenar a las mafias o a rezagos
terroristas. Vale recordar que el informe de la CVR indica que "las
primeras acciones de Sendero Luminoso en esta zona se remontan a 1982, de
manera especial en el valle del río Ene, que cruza el distrito de Río Tambo
(Satipo) como parte de una estrategia que asignaba a esta región una
importancia geopolítica". Ocurre que es "un corredor natural que
conduce al norte a las provincias de Padre Abad (Ucayali) y Leoncio Prado
(Huánuco); al oeste, la sierra de Junín, la sierra y selva de Ayacucho; y al
sureste la provincia selvática de La Convención (Cusco)", y que el clima es
idóneo para cultivar coca.
Martha Meier MQ.
Editora Central
El Comercio, 23 de setiembre de 2014 (Página de Ecología)
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