Mario Vargas Llosa anunció una campaña internacional para evitar que
Keiko Fujimori llegue a la presidencia en el 2016. El Nobel está en libertad de
hacer lo que quiera, pero debería recordar que eso lo decidimos los peruanos en
las urnas. Lo que sí quiere es que la presidenta del 2021, la del bicentenario,
sea la actual primera dama, Nadine Heredia. Eso también dependerá del voto de
los peruanos, no de caprichos, simpatías, antipatías ni montajes
internacionales.
El Nobel y marqués español es un hombre de rencores -según decía su tía
Julia- y pese al tiempo pasado desde su derrota en 1990 parece no perdonarle a
Alberto Fujimori su triunfo en esas presidenciales. Su frustración la traslada
ahora a la hija que nada tiene que ver en el asunto y su gran pecado es tener
una intención de voto del 30%, lo que la colocaría en la segunda vuelta del
2016 (probablemente en competencia con Alan García). El Nobel quiere hacer
creer que en la eventualidad de su triunfo (que para el escritor pareciera
inminente) "ella no gobernará, sino el padre". Vamos, el ingeniero
Fujimori está enfermo, es un anciano y nadie tiene la vida comprada; quizá el
hombre no esté para ver triunfar a su hija, si acaso eso se diera.
El periodista César Hildebrandt, en su batallador semanario, ha escrito
el agudo análisis "La rabia de Vargas Llosa", en el que sostiene que
la indignación del Nobel "tiene un ingrediente contradictorio". Anota
que "Keiko es la hija del hombre que impuso el modelo liberal en el Perú,
ese que había sido el eje de la campaña de Vargas Llosa entre 1989 y
1990". No le falta razón a Hildebrandt para sacar a luz esa contradicción.
No se entiende que el escribidor arremeta contra quien representa
ideológicamente, en su vertiente más social y popular, el sistema que él tanto
defiende y Keiko, como anota Hildebrandt, es hija de quien impuso el
"sistema que Vargas Llosa auspició, Paniagua no tocó, Toledo perfeccionó,
García profundizó y Humala dejó vivo y coleando".
Quizá solo la tía Julia, doña Julia Urquidi (1926-2010), su ex esposa,
pueda ayudarnos a entender la idiosincrasia del escritor. En el 2002, en el diario
boliviano "Los Tiempos", la tía Julia dijo que Vargas Llosa
"cambió hasta en su forma de pensar, porque era muy de izquierda. Mario
iba a Cuba como quien iba a Cotoca. No sé por qué cambió. No tengo
idea...". Dudamos de que haya vuelto a ese pensamiento arcaico, así que la
campaña contra Keiko tiene necesariamente que ver con otros aspectos de su
personalidad.
En la entrevista con "Los Tiempos", Urquidi contó que nunca
más volvió a ver a su ex esposo porque: "Se enojó cuando yo saqué mi libro
'Lo que Varguitas no dijo'. Al Vargas Llosa de ahora no lo conozco". Dijo
también que él se enojó "porque dije la verdad. Despinté a Vargas Llosa y
eso le dolió mucho. Tiene un ego muy profundo".
Lo cual nos regresa a la noche de 1990 cuando supo que no sería presidente:
el Perú prefirió a un descendiente de japoneses, y hoy la popularidad de la
hija lo hace recordar su derrota.
Martha Meier MQ.
Editora Central
El Comercio, 27 de setiembre de 2014
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