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viernes, mayo 29, 2015

La ecorrevolución de los diamantes

¿Diamantes para purificar el aire y combatir el cambio climático? En pleno siglo XXI, esto es posible y ya empezó a aplicarse en China.
Acabar con la contaminación del aire y atrapar dióxido de carbono (CO2) -uno de los gases responsables del efecto invernadero- es el primer paso para formar un hermoso diamante, el material más duro que se conoce y con aplicaciones en joyería y en la industria.
El inventor holandés Daan Roosegaarde es el creador de un método para limpiar el aire y obtener diamantes. Suena a cuento, pero es cierto y tan lógico que uno se pregunta ¿cómo no se le ocurrió antes a alguien? Recordemos que el diamante es la segunda forma más estable del carbono (abundante en el aire contaminado). Roosegaarde captura el carbono con un ionizador y dice que "cuando estas partículas son sometidas a gran presión, por varias semanas, forman diamantes".
El asunto avanza en Beijing, China, donde se han invertido millones en un proyecto de descontaminación y captura de carbono (el método limpia el aire hasta en un 80%).
¿Cómo impactará todo esto en el precio de la piedra proveniente de minas africanas? Solo el tiempo lo dirá, pero se vislumbra la caída del valor de un bien cuya extracción, en muchos casos, se basa en la explotación y esclavización de personas. Un negocio, además, controlado en buena parte por las guerrillas.



Diamantes de maní
Si lo dicho suena extravagante, espérense a lo siguiente: la mantequilla de maní es otra materia prima creadora de diamantes.
El proceso es simple, pues usa temperaturas bajas (121 °C) y baja presión. Lo malo de los "diamantes de maní" es que son verdosos por el alto contenido de nitrógeno en la semilla. Y hay otras fuentes raras para obtener versiones de la piedra preciosa. Diamantes de tequila. ¿Qué tal?
En 1995 un grupo de físicos de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, descubrió que con la 'noqueadora' bebida de bandera mexicana pueden producirse diamantes, en realidad láminas microscópicas de ellos.
Los físicos diluyeron el etanol con agua, en una proporción de 60%-40%. Con un proceso que incluye también altas temperaturas y presión se logran unas láminas solo observables bajo el microscopio.
Estos microdiamantes tienen variedad de usos industriales, especialmente como sustitutos del silicio en los chips de computadoras y, en medicina, en bisturís de precisión.
Nadie ha experimentado con el pisco, pero no parece haber razón que impida convertir en diamante a nuestra alcohólica bebida nacional.
Obtener diamantes a partir del carbono contenido en distintas sustancias y compuestos no es un asunto nuevo, pero llega a extremos inusitados.
Hoy existen varias empresas a las que uno le entrega las cenizas de "su muerto" y las devuelven convertidas en un diamante.
Y todo esto ayuda al medio ambiente: descontaminación del aire, captura de carbono, masiva forestación con maní y agave, y uso del suelo al servicio de los vivos.

PIEDRA DURA
Sangre y utilidad
Los diamantes gozan de demanda en la joyería y en la industria. Su dureza y resistencia es razón de su nombre griego 'adámas', es decir invencible o inalterable.
Se cree que los primeros fueron originalmente reconocidos y sus minas explotadas en la India, donde es posible que se los conocieran ya hace unos 6 mil años.
El comercio internacional de diamantes generó en el 2008, 54 mil millones de dólares. Estados Unidos fue el mayor consumidor de esta gema (35%), y la demanda más grande es de la industria (80%).
África es centro mundial diamantero por excelencia, pero nada bueno es esto para ese continente. En Sierra Leona, Angola, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, entre otros, el comercio de diamantes financia a los terroristas y las guerras entre países, alientan la violencia y los conflictos políticos y militares. Las 'guerrillas' secuestran niños y los esclavizan en las minas. Las matanzas son constantes, y las drogas unifican a las bandas.
La obtención de diamantes puros de otras fuentes es la gran ecorrevolución que se requiere.

Martha Meier MQ.
Editora Central

El Comercio, 29 de julio de 2014 (Página de Ecología)

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