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martes, junio 24, 2014

La subversión de la risa

A través de los siglos, el humor siempre ha sido una importante arma subversiva, con su poder transgresor y performático

Lima aún recuerda a un Tulio Loza, en los cafés teatros, luchando a su ingenioso modo contra la dictadura socialista del general Juan Velasco Alvarado

Camotillo
Loza se convirtió en "Camotillo el Tinterillo", un orador pueblerino con aspiraciones políticas, para poner los puntos sobre las íes y arrancar carcajadas en una época de asfixiante represión. Terminó expatriado en Buenos Aires por su cómica osadía frente a una revolución carente de legitimidad y de sentido del humor.
"Con ustedes el único sacamugre a los políticos, heme aquí, aquí heme, Camotillo el Tinterillo", decía al abrir su performance en unas noches en las que cómico y público bien podían ser desalojados por los agentes de la represión.

Risa contra la crisis
Hoy recordamos al gran Sofocleto, quien demostró que la sátira, la ironía, el sarcasmo, la comedia, el chiste son buen refugio para la crítica política y social. Tan sutil es el humor político que burla la ausencia de libertad de expresión y encuentra su camino hacia la gente. Generalmente, cuando las dictaduras se percatan de que son el chiste generalizado, es tarde para detener la fuerza del humor.
La revolución del humor político es un soplo de aire fresco y libertad para quienes sobreviven asfixiados bajo regímenes totalitarios. Reír para no llorar, porque para reír es fundamental tomar distancia de las situaciones, olvidarlas por un instante. De hecho necesitamos una "anestesia momentánea del corazón", según lo afirma Henri Bergson (1859-1941), filósofo francés y Nobel de Literatura 1927 en "La risa: un ensayo sobre el significado de lo cómico".
El humor político que arranca carcajadas ha contribuido a deslegitimar regímenes y a ridiculizar hasta al más feroz de los tiranos, y es que como sostiene el mismo Bergson, la humillación que suscita es una suerte de correctivo social.

Los griegos
Para Platón, en la Antigua Grecia, los cómicos debían ser desterrados (según lo sostuvo en su "República"); esto porque consideró el humor de la comedia opuesto a la compostura que debía caracterizar al habitante de su soñada ciudad perfecta. Fue otro griego, Aristófanes, quien mostró cómo la comedia era una efectiva arma para cuestionar a los políticos atenienses. Con humor, Aristófanes denunció gran parte de los problemas que afectaban a los ciudadanos de Atenas, la sátira fue su modo de ejercer la crítica a las crisis sociopolíticas de su tiempo.

Contra el opresor
Oscar Wilde en "El ruiseñor y la rosa" escribió: "Si quieres decirle a la gente la verdad, hazles reír o te matarán". El humor es, pues, el mejor medio de difundir las ideas, y es al mismo tiempo la flecha emponzoñada que lanzamos -con el inocente empaque de chiste- contra quienes nos hieren colectivamente, con su ineptitud, descaro y corrupción. El humor permite decir las cosas implícitamente y al arrancarnos la risa, el mensaje nos impacta profundamente.
El humor es una válvula de escape que alivia la angustia y ayuda, en cierto modo, a que el oprimido proteja su dignidad frente al opresor, mediante el chiste. El guionista argentino de los monólogos políticos del cómico Tato Bores (Mauricio Borenztein) sostiene que "frente a las arbitrariedades de un déspota, la respuesta del débil puede ser un chiste, una caricatura, un guiño que le permita recomponer su dignidad dañada. Ante el autoritarismo, sea en lo laboral o en otros ámbitos, un apodo descalificador, un comentario burlón da fuerzas a quien lo dice".

El opresor
En todos los países y en todas las épocas han existido medios escritos de crítica política con humor.
Nuestro país no ha sido la excepción. Hoy la mejor expresión del humor político gráfico nos la dan ciertos caricaturistas en los principales medios (Alfredo, Carlín, Heduardo, Prado, Portales, entre otros) pero principalmente aquellos que se han abierto sus propios espacios en revistas como "Calicanto".
Hoy es en la caricatura donde el humor político encuentra su mejor expresión, en esa caricatura irreverente que prefiere la marginalidad de sus propios espacios y muestras, antes de contagiarse de la agobiante corrección política (con su antifujimorismo y antiaprismo militantes), de los intereses subalternos, la venganza personal y el pensamiento único. Las redes sociales se han convertido hoy en los nuevos espacios de crítica humorística contra los poderes establecidos y la ineptitud de nuestros políticos. A la velocidad de un click, se transmiten los apodos, los chistes y la posibilidad de reírnos de esas autoridades que nos hacen la vida imposible y que nosotros mismos elegimos.

Loza se convirtió en "Camotillo el Tinterillo", un orador pueblerino con aspiraciones políticas, para poner los puntos sobres las íes ...

El Comercio, 23 de marzo de 2014

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