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viernes, enero 24, 2014

La gran confusión

El presidente Ollanta Humala ha enfatizado que "el liderazgo de la política ambiental no puede estar ligado a organizaciones no gubernamentales (ONG)... nadie las eligió". Algo fundamental para que la agenda nacional no la dicten los intereses extranjeros que las financian, vía fundaciones ideologizadas, fondos de dudosa procedencia afincados en paraísos fiscales, sectas cristianas nórdicas, entre otras. Pero...
Hoy las ONG tratan de dirigir el quehacer nacional y jaquear al gobierno. Protestan contra las medidas a favor de la seguridad ciudadana; marchan para traerse abajo los proyectos energéticos; desinforman y promueven revueltas contra la minería en nombre de una falsa "defensa del agua"; se arrogan la representatividad de los indígenas "no contactados" (¿cómo saben qué quieren o necesitan si no hay contacto?).
"Nadie las eligió", pero cercan al presidente, enrarecen el clima para las inversiones, enturbian las relaciones de las comunidades con los proyectos aledaños a sus poblados, satanizan la labor empresarial y usan a la población como coartada para captar fondos.
Mientras tanto las vapuleadas empresas desarrollan proyectos de responsabilidad social -en salud, nutrición y educación- coordinadamente con las organizaciones populares de base y las iglesias, muchas veces allende el alcance del Estado, y donde los más conspicuos "voceros" oenegeneros jamás han puesto pie, pues andan más ocupados en sus citas internacionales, montando patrañas contra su propia patria para luego pasar el sombrero.
Son agitadores a sueldo contra la formalidad y el libre mercado. Vociferan mentiras y silencian lo medular: nada dicen sobre los estragos ambientales, sociales y morales de la delincuencia internacional de la minería ilegal (que mueve el doble del dinero que el narcotráfico), de las mafias forestales o del narcotráfico. Y lo callado, aniquila y contamina el ambiente (¿no eran defensores del agua?); genera corrupción, se vincula con el trabajo forzado y el tráfico de personas, especialmente prostitución de menores en las zonas de minería ilegal e informal.
Si hay temores de que el presidente pudiera retomar el anacrónico sendero de "La gran transformación" (LGT), postulado en la primera vuelta electoral, más debería preocuparnos la táctica de "La gran confusión" de las ONG.
Al paralizar inversiones y proyectos de infraestructura, propiciar conflictos sociales y desconfianza, puede ser igual tan dañina como LGT, para la estabilidad democrática, el ejercicio de los derechos civiles y la salud económica del país.
Ayer, por ejemplo, 7 asociaciones y ONG de comunicadores (entre ellos RED TV, compuesta por 50 canales; y CNR, que articula más de 60 estaciones radiales) siguiendo el guion de "La gran confusión", dijeron: "Sin comunicación no hay derechos", con la intención de descalificar el éxito del grupo que edita este Diario. Ante su verborrea solo cabe preguntarse ¿por qué no trabajan para hacer competitivos y rentables sus medios?.

El Comercio, 18 de enero de 2014

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