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lunes, diciembre 30, 2013

El oro está en el cerebro

El amauta Javier Pulgar Vidal repetía incansablemente: "El mayor recurso de un país es el cerebro de sus habitantes". Trataba así de sensibilizar sobre la importancia de políticas públicas dirigidas a nutrir, cuidar, proteger, conocer y formar adecuadamente a las nuevas generaciones, más precisamente a sus cerebros.
No es el oro, las maderas finas, el gas o el petróleo, y tampoco los frutos tropicales, lo que nos convertirá en un país desarrollado, sino la capacidad intelectual. Solo ella forja naciones prósperas, crea y da valor agregado a los frutos de la tierra.
Las inversiones en competencias, educación, capacitación, cultura, saneamiento ambiental, nutrición, cuidado prenatal y educación inicial son, en realidad, políticas con visión de futuro mejor.
El Perú ya conoció el 'boom' del guano, del salitre, del caucho, y hoy del oro, pero basta una mirada para constatar lo poco que hemos progresado como país, aquí el cociente intelectual sigue bajando, mientras la tendencia mundial es que suba tres puntos por década.
Los datos son para agarrar a latigazos a los "padrastros" de la patria: apenas 3 de cada 10 niños peruanos entienden lo que leen, y como reza el dicho alemán "Lo que no aprendió Juanito, jamás lo sabrá Juan". Frente a los índices de desnutrición que exhibe el Perú, no se puede esperar mucho. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que más de 630 mil niños (19,5%) menores de 5 años padecen desnutrición crónica (entre los niños indígenas llega a 50%), en una edad crítica para las interconexiones neuronales. Y como si esto fuera poco: 1 de cada 3 niños, entre 6 meses y 5 años, sufre de anemia, con su consecuente letargo, desgano, menor flujo de sangre al cerebro, depresión, entre otros; además un enorme porcentaje de menores de 5 años no recibe educación inicial, con lo cual entran al colegio en desventaja. Hay que sumar a eso la insalubridad e inseguridad de los lugares donde viven, la mala calidad del aire, la falta de espacios verdes, la violencia intrafamiliar, la falta de servicios básicos, entre otros factores.
Estamos mal, porque no se focaliza la inversión para el logro de cerebros sanos, y eso empieza con la prevención de uso de drogas en los padres, de la buena nutrición y cuidado de las embarazadas y de los recién nacidos.
No nos sorprendamos con un Congreso paupérrimo, poblado con una mayoría de personajes a punto de rebuznar. Eso, y el resto de mediocridad, es resultado de un país que ha olvidado cuál es su mayor riqueza natural.
Apostar por el cerebro es garantía de un mañana mejor, allí está el gran tesoro del Paititi y el oro que jamás se agotará.

El Comercio, 26 de octubre de 2013

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