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sábado, mayo 18, 2013

Un país sumergido en el alcohol

El alcoholismo es considerado la nueva enfermedad británica por sus propias autoridades. Dos tercios de la población reconocen que está fuera de control.

Los ingleses toman y bastante. Lo de ellos es el llamado 'binge drinking', y no es otra cosa que beber hasta caerse de borracho. En el 2005, las autoridades inglesas asumieron que ese era uno de los grandes problemas del país, y hoy lo sigue siendo. No en vano el ex primer ministro Tony Blair lo llamó "la nueva enfermedad británica".
La prestigiosa revista "The Economist" se ocupó de este tema en su edición del último enero, demostrando que las soberanas 'trancas' británicas se han convertido ya en noticia de interés internacional. Desde hace algunos años se han desarrollado estrategias -educativas y de alza de precios- para revertir un vicio y una relación con la bebida que afecta principalmente a la juventud. Si bien en un inicio el alza en los precios del alcohol tuvo cierto efecto, a los propietarios de bares no les ha faltado ingenio para sacarle la vuelta a la norma: gastan altas sumas en licencias para espectáculos que nunca se dan y ahorran al máximo en gastos de decoración, música o buena atención. Así, estos bares encubiertos (o 'budget bars') se ven abarrotados por jóvenes que buscan trago barato porque la única finalidad es terminar andando en zigzag, embotados y sin recuerdo de la noche.

Niños borrachos
Dos tercios de los británicos -incluidos aquellos que toman en exceso- reconocen que ese mal hábito nacional se ha desbordado y está fuera de control. Y es que ya se han tenido noticias tan patéticas como la de un bebe de solo tres años que debió ser tratado por alcoholismo. El pequeño había sido dosificado diariamente con pequeñas cantidades de alcohol por sus propios padres, como una broma, según ellos. "Este es un caso extremo y definitivamente uno de los casos más jóvenes de alcoholismo de los que nos hemos enterado", afirmó al diario "The Telegraph" Sarah Matthews, del Fondo Británico del Hígado. Lo cierto es que el 38% de los niños británicos de apenas 13 años confiesa haberse emborrachado al menos en una ocasión, un porcentaje bastante por encima del 12% de los franceses o el 7% de los niños italianos.
Cientos de pequeños ingresan anualmente a hospitales por problemas vinculados al consumo del alcohol. "Incluso se detectaron cuatro casos de niños de 5 años", revela un estudio de los hospitales de la Universidad de Brighton y Sussex. Para "The Economist", la única solución es aumentar significativamente los impuestos a las bebidas alcohólicas para evitar que estas, mediante ingeniosas estrategias o compras al por mayor, terminen vendiéndose por debajo del precio legal establecido, como viene ocurriendo.
El gobierno de David Cameron está decidido a terminar con un asunto ligado al incremento del 20%, en la última década, de muertes debidas al alcohol, así como al crecimiento de la criminalidad y a que la cirrosis sea cada vez más común. Antes de Año Nuevo anunció altos precios para el trago y los modelos computarizados de la propuesta revelan que se lograría una gran reducción del consumo de las bebidas fuertes y peligrosas, es decir, las que toman los más pobres. Esto sumado a campañas de educación, concientización y prevención. Lógicamente uno de los interesados, la Asociación Británica de Cerveza y Bares, señaló que existía "un gran peligro de que si se aumentan los impuestos al alcohol" su rubro se verá perjudicado, pues la afluencia de público disminuiría y el sector tendría que despedir a muchos.
Ese argumento no frenará a Cameron, tomando en cuenta que más del 60% de los adultos británicos beben cualquier día de la semana y uno de cada seis se emborracha, al menos, una vez cada 7 días. Y el 'binge drinking', la ya mencionada costumbre de beber hasta perder la conciencia, sigue prevaleciendo entre jóvenes de 17 a 24 años (pese a los esfuerzos gubernamentales desplegados, solo se redujo un tercio desde el 2005).

¿Demasiado tarde?
Para algunos analistas esto podría ser ya una batalla perdida, debido a la poca importancia e irresponsabilidad con que se trató anteriormente el tema. De hecho, pese a los escalofriantes datos sobre las consecuencias del desenfreno por la bebida, hace algunos años el Gobierno liberalizó la venta de alcohol las 24 horas del día, sin importarle las protestas de la policía, los padres de familia y las autoridades de salud. Muchos sostienen que "el alcoholismo es una plaga que produce dinero". Es cierto, ese mercado genera anualmente más de US$50 mil millones y unos US$12 mil millones terminan en las arcas del Estado.
El suegro del ex ministro Tony Blair, el señor Booth (un ex alcohólico confeso), declaró alguna vez: "En este país tomamos de una manera atemorizante, anglosajona. Tomamos para emborracharnos". En tanto que Harry Potter (el joven actor Daniel Radcliffe) ha reconocido públicamente sus problemas con la bebida.
El primer ministro Cameron anunció que este año se invertirán más de US$4.000 millones en prevención, para rescatar a Inglaterra sumergida bajo el alcohol.

48% de los hombres y el 31% de las mujeres británicos, de entre 18 y 24 años, practican el 'binge drinking' y se emborrachan dos veces al mes.

Ejemplo real
El príncipe Harry, hijo del príncipe Carlos y la fallecida Lady Diana, se ha hecho célebre en el Reino Unido por participar en una gran cantidad de fiestas en las que el alcohol se bebe en exceso.

Martha Meier M.Q
Suplemento I
Diario El Comercio,


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