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sábado, mayo 18, 2013

La seguridad empieza por casa

Apostamos por la seguridad. Creemos que los vecinos y vecinas podemos transformar nuestras ciudades, distritos, barrios, oficinas, escuelas y hogares en lugares saludables, alegres, pacíficos y confiables. Esto pese a la incompetencia y desorganización mostrada por nuestras autoridades -en todo nivel- para combatir la inseguridad. Como medio de comunicación tenemos la dolorosa tarea de informar diariamente sobre la creciente violencia padecida a lo largo y ancho del país. Pero sabemos que nuestra responsabilidad va más allá. El Comercio, a lo largo de su historia, se ha caracterizado por su compromiso con sus lectores y con nuestro país. Ante la actual ola de violencia y terror no podemos, no queremos, ser simples mensajeros de lo que a todos nos afecta. Es en este espíritu que a partir de hoy desplegamos un gran esfuerzo en busca de caminos y soluciones con nuestra campaña Por un Perú Seguro. Y es que de la seguridad depende, a fin de cuentas, el futuro.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, indica que América Latina es (con África) la región más violenta del planeta en términos de homicidios. El Perú no es la excepción y Lima menos. En solo una semana, por ejemplo, esta casa editora vio con horror cómo don Félix Gonzales Victorio -padre de la poeta y periodista Diana Gonzales Obando, de El Dominical- era abatido a balazos en un asalto en la notaría Paino. Pocos días después esta redacción lloró por la muerte del talentoso y joven fotógrafo Luis Choy, asesinado a plena luz del día, en la puerta de su casa y ante la mirada de su pequeña hija.
La violencia marca, deja huérfanos y a padres sin sus hijos; siega con una bala o un tajo a un amigo de toda la vida; a través del aborto repudia la vida del más indefenso de los indefensos (el niño por nacer); se cuela en los colegios bajo la forma de 'bullying'; en las oficinas como acoso sexual y en las familias se traduce en el maltrato entre la pareja y hacia los hijos. ¿Qué sociedad se forja así? De hecho ninguna que sea buena ni productiva. El fenómeno del crimen tiene ya -a decir de información de la OMS- "confirmados efectos negativos en el desarrollo humano y se presenta también como un elemento distorsionador para la dinámica democrática". Y es que los gastos asociados a la violencia y a su prevención dejan de destinarse a inversiones productivas, sociales y educativas. Golpe a golpe, bala a bala, robo a robo se erosiona la credibilidad y confianza en las instituciones democráticas por ser incapaces de quebrar la espiral de violencia.
Si queremos propiciar un cambio, urge, también, comprender a la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Y es en ese espacio donde se debe empezar a trabajar para evitar el relativismo moral, la falta de respeto a las jerarquías y para erradicar toda forma de violencia. Un Perú Seguro empieza por casa.

Martha Meier M. Q

Editora de Fin de Semana y Suplementos


El Comercio, 30 de marzo de 2013



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