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sábado, diciembre 01, 2012

La dieta inca de cada día

La lucha contra la desnutrición es un imperativo moral. Ningún gobernante que se precie puede permitir que en el territorio a su cargo imperen el hambre, la desnutrición crónica o la mala nutrición (o lo que es lo mismo: los pésimos hábitos alimenticios). El asunto de la comida tiene, además, implicancias políticas, sociales y económicas, y está estrechamente vinculado con el porvenir de los pueblos y la historia individual de cada ser humano.

Los incas tenían claros estos conceptos y por eso en su tiempo no se conocieron las hambrunas ni pestilencias. Comprendieron, también, que solo con una población vigorosa y saludable podía garantizarse el crecimiento del imperio. El alto desarrollo intelectual, creativo, científico y tecnológico que alcanzó la población ha llegado hasta nuestros días. Allí está en magníficas obras de ingeniería como Machu Picchu, en diversas expresiones de arte y en el profundo conocimiento de la realidad ecológica, lo que les permitió domesticar miles de especies alimenticias y descubrir las propiedades medicinales de otras tantas. Es un hecho que a la llegada de los españoles, el Tahuantinsuyo era la primera y más importante nación de la América. Esto nos lo recordaba insistentemente el entrañable y lúcido investigador Santiago Antúnez de Mayolo Rynning. Sus estudios permitieron constatar la importancia de la rica, variada y balanceada dieta inca como piedra angular del desarrollo actual. Así la esposa del presidente, Nadine Heredia, ha dado en el clavo al proponer a los cocineros peruanos -durante la inauguración de Mistura- "una dieta andina, así como España tiene su dieta mediterránea" y crear una nueva lógica centrada en que "comer peruano es comer rico, es comer sano".
Desde hace buen tiempo la esposa del presidente Ollanta Humala viene llamando la atención sobre la importancia del consumo de quinua, kiwicha y cañihua, entre otros granos andinos para erradicar la desnutrición infantil y con ello abrirle un abanico de posibilidades a cada pequeño, a su familia y al país. El potencial de los productos originarios del Perú, de los cultivos incas y aimaras, para solucionar la problemática del hambre global se hace evidente con la designación del 2013, como Año Internacional de la Quinua. Ese pequeñito grano es, por ejemplo, el poderoso envase de vitaminas y minerales y posee los ocho aminoácidos requeridos por el ser humano.
Una sociedad bien nutrida es la piedra angular del progreso, y en el Perú tenemos a mano las más ricas variedades de hierbas, granos, carnes, tubérculos y frutos, para construir esa dieta inca que es sinónimo de un mañana pleno de posibilidades.

El Comercio, 08 de setiembre de 2012

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