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martes, octubre 11, 2011

Una ministra en su propio cargamontón

“He dado vuelta a ese cargamontón ”, dijo la ministra de la Mujer y Desarrollo Social, Aída ‘Mocha’ García Naranjo, tras salir del Congreso donde más confrontó que explicó. Parece que el poder le ha nublado el entendimiento y endurecido el corazón, porque lo que llama “cargamontón” es expresión de un país dolido por la muerte de tres niños y decenas de envenenados con alimentos distribuidos por el Programa Nacional de Asistencia Alimentaria, Pronaa, bajo su competencia y financiado con el dinero de los contribuyentes. Hay indignación, porque en medio del drama que se vivía en Redondo, Cajamarca, se lanzó un bailecito con el ‘Puma’ Carranza y recién fue a la zona –donde la población la abucheó– cuando la presión pública se le hizo inmanejable. Hay estupor ya que, previamente al zangoloteo con el futbolista, responsabilizó a las madres por el envenenamiento de sus propios hijos y, ahora, señala al gobierno aprista sin mencionar que ella despidió al gerente de Logística (aún sin reemplazo) de un programa donde justamente la logística es el principal eje y garantía de seguridad y eficiencia. Hay también desilusión de quienes –como esta columnista– la creían una mujer solidaria, comprometida de hecho y no de palabra con los más necesitados. Pero quizá hayan sido demasiados años en la oposición y le quedó la mala costumbre de culpar, señalar, responsabilizar. Hasta representantes del gobierno del presidente Humala, como José León, salieron al frente para decir: “No se puede limpiar el desatino culpando cosas del pasado”. Claro que no faltó la desinteligencia de oficialistas como Roberto Angulo, quien muy suelto de huesos preguntó: “¿Por qué se rasgan tanto las vestiduras por la muerte de solo tres niños?”, recordando que anualmente mueren más por la ola de frío. ¿No será porque el Estado no reparte la ola dr frío y más bien ha venido desarrollando estrategias –de vacunación y capacitación de padres– que redujeron en gran número esas muertes? Otro de ese mismo pelaje dijo que se habían envenenado los alimentos para culpar al gobierno. Sin prueba alguna, por supuesto.

Para la izquierda criolla, los culpables de todos los males, habidos y por haber, son siempre los otros, los ‘poderosos’, el sistema. Hoy que son poder y no gritería callejera, Aída García Naranjo demuestra que no está a la altura de la responsabilidad. Ella solita generó su cargamontón al politizar el tema para aferrarse a la cartera y dirigir su coro de amigos para repetir: “Se quiere la cabeza de la ministra” y “Quieren mochar a Mocha”, cuando solo se esperaba algo de humildad y el mea culpa que exigen a todos. Todos los que no son “ellos”, claro está.

Paulo Freire, el notable educador brasileño, escribió: “La solidaridad social y política que necesitamos para construir una sociedad menos fea y menos agresiva, en la cual podamos ser más nosotros mismos, tiene una práctica de real importancia en la formación democrática”. Esa “sociedad menos fea” pasa, pues, por aceptar las responsabilidades individuales.

¿Qué espera la ministra para irse y no seguir dañando al gobierno del presidente Ollanta Humala, que goza de saludable aprobación y genera positivas expectativas? Tampoco le importa eso, porque ¿la oposición va por dentro?


El Comercio, 08 de octubre de 2011

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