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martes, octubre 11, 2011

De la editora



Cuando las palabras golpean como una piedra, se incrustan en el corazón como esquirlas; cuando perfuman, pintan o transmutan los objetos y los sentimientos, se está frente a la verdadera poesía: “tras cualquier puerta que se abre/está la luna”. Los versos que pasan sin dejar huella en el lector, sin sacudirlo, no son poesía; la obra inigualable de Blanca Varela (1926-2009) sí que lo es, marca: “Nadie nos dice cómo/ voltear la cara contra la pared/ y/ morirnos sencillamente/ así como lo hicieron el gato/ o el perro de la casa/que caminó en pos de su agonía/”. Varela extiende el lenguaje, pule las palabras y crea mundos, espacios, sentires: “y de pronto la vida/en mi plato de pobre/un magro trozo de celeste cerdo/aquí en mi plato/observarme/observarte/o matar una mosca sin malicia/aniquilar la luz/o hacerla”.

El último 10 de agosto, Varela hubiera cumplido 85 años. Su vida fue crear y una constante preocupación por la condición humana y por el arte. Colaboradora de este suplemento, en esta edición de El Dominical le rendimos tributo.
MMMQ


El Dominical, 21 de agosto de 2011






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