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miércoles, mayo 19, 2010

Dime para quién gobiernas y te diré quién eres


“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”, dijo el libertador Simón Bolívar en un discurso el 15 de febrero de 1819, durante la instalación del Congreso de Angostura.
En el rubro “sistemas de gobierno” el Perú ha sido un laboratorio de experimentos varios: dictaduras civiles y militares, autocracias, democracias, caudillismo, golpes de izquierda y derecha. De todo y para todos los gustos, pero hablemos sinceramente —con la mano sobre el corazón como quien va a cantar el himno nacional— ¿en algún período de nuestra historia algún sistema ha producido algo parecido a lo referido por Bolívar? No que sepamos, no que se recuerde ni que nos lo hayan comentado nuestras abuelas o abuelos. Vamos, ¿alguien en su sano juicio tiene un arrebato de felicidad al recordar a alguno de los que han pasado por Palacio de Gobierno? La dicha más bien llega cuando parte uno y entra el siguiente, por supuesto para desencantarnos siempre antes que después. Pese a todo, “de los sistemas de poder existentes, el Gobierno es el único que, en principio —y a veces de hecho—, responde al público y puede restringir las depredaciones del poder privado”, ha escrito el lingüista y activista político estadounidense Noam Chomsky. Y es que el gobierno es el único capaz de encauzar las legítimas apetencias del sector privado y sentar las bases para una relación armónica entre las necesidades de la población y la de los inversionistas. Complicada tarea esta de armonizar los dos extremos de tan enredado ovillo.
Chomsky explica que “alentar el sentimiento antifiscal es característica de la propaganda empresarial. Se adoctrina a la gente para odiar y temer al Gobierno”. Así nuestra zurda criolla, los antisistema y los eternos moralizadores que deshilachan al Ejecutivo por quítame estas pajas, abonan el terreno para que las grandes corporaciones —a las que creen combatir— controlen todo fácilmente, incluido al ungido por el voto popular. El lingüista nos recuerda que “las empresas favorecen un Estado poderoso que [...] incluso las rescate cuando destruyen la economía”, refiriéndose a los responsables de desencadenar la crisis estadounidense, que viven hoy muy tranquilos mientras un alto porcentaje de pobladores lo perdió todo.
Ahora bien, ¿son nuestros gobiernos resistentes para no sucumbir ante el más poderoso? Bolívar —siempre tergiversado por el impresentable Hugo Chávez— dijo en Angostura: “En las repúblicas el Ejecutivo debe ser el más fuerte, porque todo conspira contra él [...]. Por lo mismo que ninguna forma de gobierno es tan débil como la democrática, su estructura debe ser de la mayor solidez”. Así las cosas, compete a la población reforzar la institucionalidad democrática, señalando los yerros del gobierno sin caer en la satanización ni en la negación de sus logros. Y, señor presidente, no espere que saltemos de felicidad por usted, pero al menos recuérdenos más a menudo que gobierna por el bien de todos.
El Comercio, 15 de mayo de 2010

Cada planta es un universo


En Ayacucho —según anotó el sabio Eric Santiago Antúnez de Mayolo Rynning— es costumbre que en las últimas semanas de embarazo y en el proceso de parto, las mujeres coman olluco porque “ayuda a que el niño resbale”. Así lo dicen por experiencia, y es que el delicioso y nutritivo tubérculo andino ayuda, entre otras cosas, a las contracciones. En las zonas más altas de Cusco, Puno y La Paz, las mujeres con problemas de fertilidad consumen kiwicha morada con muy buenos resultados, y se recomienda la quinua negra —variedad casi desaparecida— para tratar y curar males pulmonares, inclusive la tuberculosis. La lúcuma es hoy objeto de profundos estudios como insumo de una medicina para la esclerosis múltiple. A lo largo y ancho de nuestro país, los campos de cultivo ofrecen una asombrosa variedad de plantas alimenticias con insospechadas propiedades. Un tesoro vegetal que se va esfumando. La agrodiversidad se pierde y se fomenta —con buenas intenciones y enorme ignorancia— el monocultivo. Esto para desgracia de todos.
Como los campos, nuestros bosques son también fuente de especies de flora utilísimas. Algunas de ellas ya utilizadas para producir fármacos, como el famoso veneno amazónico, curare incluido en uno de los más efectivos tratamientos contra el mal de Parkinson. El sacha inchi, o maní inca, no deja de sorprender por su alto contenido de Omega 3 y sus propiedades para proteger el sistema cardiovascular así como las neuronas y la memoria.
La medicina occidental sabe aprovechar la flora y extraerle sustancias irreemplazables. Por lo pronto el doctor Eric Santiago Antúnez de Mayolo está convencido que el huanarpo macho es el gran secreto detrás del Viagra. Así tenemos, de paso, que el gran tesoro natural termina siendo usurpado sin que nos enteremos, y beneficiando a otros muy distintos que las comunidades depositarias de las valiosas especies.
El biólogo estadounidense Edward O. Wilson (1929), estudioso de la biodiversidad, escribió: “Los productos naturales han sido llamados los gigantes durmientes de la industria farmacéutica. Una de cada diez especies de plantas contienen compuestos con alguna propiedad contra el cáncer, por ejemplo”.
Esto debería ayudarnos a reflexionar sobre la necesidad de proteger nuestros campos de cultivos, nuestras variedades agrícolas, nuestros bosques y selvas que no son otra cosa que inmensos botiquines verdes que necesitamos conocer más a fondo, para beneficio de nuestra economía y la salud del planeta. El Perú cuenta con un fabuloso banco de recursos fitogenéticos medicinales para el futuro. ¿Algún plan de desarrollo lo toma en cuenta? Si es por flojera de nuestras autoridades habría que darles hojas del “capa joboshco” (huevo de coto, en castellano), un arbusto utilizado por el pueblo shipibo-conibo, justamente para combatir la flojera, ese mal nacional tan insoportable y peligroso.


El Comercio, 08 de mayo de 2010