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jueves, julio 23, 2009

La muerte de los niños

OLA DE FRÍO E IMPUNIDAD
Hay muertes y muertes. Unas cuentan y otras simplemente pasan. Tenemos a las que ocupan las primeras planas desencadenando crisis gubernamentales o faranduleras y las otras, las que nadie reflexiona siquiera que puedan tener responsables directos. Las unas son lloradas públicamente, las otras olvidadas y por olvidadas se repiten año tras año envileciendo y endureciendo al país. Es el caso de los cientos de muertos por la ola de frío que afecta la sierra. Año tras año el fenómeno se replica —a veces con más intensidad, otras con menos, o como este año abarcando un mayor territorio—. Los sucesivos gobiernos solo atinan a declarar el estado de emergencia y a convocar a la comunidad para la donación de mantas, abrigos en desuso y alimentos no perecibles, entre otros.
En lo que va del año han muerto ya 246 niños, y probablemente muchos otros en sus propias casas, indocumentados y que jamás llegaron a las postas médicas. Y aquí no pasa nada. No hay responsables de esta tragedia anunciada, ni ministros interpelados, tampoco Abencias o Mamanchuras. Aquí solo hay impunidad pura y dura frente a las muertes perfectamente evitables de niñas y niños, ineptitud para abordar un fenómeno natural predecible y una evidente ausencia de planificación y de voluntad política para dotar de energía y viviendas dignas a compatriotas que, en pleno siglo XXI, mueren de frío. Ganado muerto, hijos muertos, los pocos cultivos perdidos.
El frío trae dolor y empobrece aun más a los que menos tienen. Se calcula que este año las heladas afectarán a cerca de 7 millones de personas y que la temperatura marcará por debajo de los 20 grados bajo cero. Solo en Puno han muerto de neumonía más de 52 niños menores de 5 años. ¿Y qué tenemos? Un decreto ampliando el estado de emergencia a otras localidades que se verán también afectadas.
En mayo de este año un extenso informe de El Comercio, realizado por Vanessa Romo, alertó sobre la desarticulación estatal para atacar la ola de frío (desarticulación que es francamente notoria en todos los ámbitos). Surge entonces la pregunta… ¿son las bajas temperaturas responsables de las muertes o más bien es la ineptitud y la ignorancia de nuestras autoridades? Tenemos que las estrategias de intervención no toman en cuenta la realidad geográfica ni la dispersión de los poblados.Mientras tanto las autoridades se congratulan por haber abastecido de vacunas y otros insumos a los establecimientos de salud sin tomar en cuenta el problema de acceso a los servicios que tiene la población andina. Esto en buen cristiano significa que los centros de salud están bastante alejados de sus hogares y que llegar a uno significaría, en el mejor de los casos, una caminata de más de una hora a temperatura de hielo.
El gobierno debe atender esta situación con responsabilidad, compromiso y “caridad” entendida esta como la revela el papa Benedicto XVI en la Encíclica “Caritas in veritate” (La caridad en la verdad), es decir: “como expresión auténtica de humanidad y como elemento de importancia fundamental en las relaciones humanas, también las de carácter público”.
El Comercio, 11/07/2009

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