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sábado, agosto 27, 2016

Las piedras de Pérez Tello

Ayer Marisol Pérez Tello, ex congresista del Partido Popular Cristiano, PPC, y hoy ministra de Justicia dio un discurso ante ese laberinto de piedras llamado “El ojo que llora”, al conmemorarse 13 años de la publicación del “Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación”.

Como se sabe, el PPC -partido a cuyas filas pertenece la ministra- cogobernó con Acción Popular del 1980 al 1985, y por ello es corresponsable de lo ocurrido en la lucha anti-terrorista de esos años.

Perez Tello parece haber olvidado que el horno de La Hoyada del cual recién ahora se lamenta, fue construido en 1985 para incinerar los cadáveres de los presuntos senderistas asesinados y enterrados desde 1983, en el sector La Hoyada del cuartel
Los Cabitos.

Como si ella y su partido ni fueran parte del horror al que se refería, salió con la especie “vamos a tener que preguntarnos los que hoy tenemos 40 o 50 años ¿qué estaba haciendo yo que no lo impedí?, ¿cómo era estudiante de Derecho y ni siquiera me importaba que estaban matando gente?”. Disculpe ministra a usted no le importaría, pero al común de los peruanos sí, y especialmente nos importaban los asesinatos perpetrados por Sendero Luminoso y el MRTA, en una carnicería sin parangón. Fue bajo el gobierno de Alberto Fujimori que se capturó a los cabecillas de esos bandos, sellando más de una década de sangría.

La ministra pepekausa resaltó que su cartera y el gobierno de Kuczynski están muy comprometidos con la búsqueda de justicia para las “víctimas”. Sería bueno que defina su concepto de “víctimas”, porque preocupa su olvido de la hazaña en defensa del Perú realizada por la policía y las Fuerzas Armadas, y el abandono y en que se encuentran sus familias. Preocupa, también su saludo a la “Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú” (Anfasep). ¿Tienen acaso esas víctimas más derechos? La dictadura del pensamiento único pretende obligarnos a creer que sí, insultando así a quienes entregaron la vida por el Perú.



 La verdad espera abrirse paso, pero la ministra no ayuda con gestos como los de ayer, sometiéndose a la “verdad” de quiénes han torcido nuestra historia.

El periodista español Hermann Tertsch menciona un dicho probablemente alemán. “Ese que cuenta que los austriacos son una categoría muy especial de tramposos”. ¿Por qué? “Han logrado convencer al mundo de que Beethoven era austriaco y Hitler, alemán. Cuando lo cierto es todo lo contrario”.

Parece que el rojerío nacional echado usa esa "técnica austriaca”, confundiendo hasta a la ministra. 

Expreso, 27 de agosto de 2016

sábado, agosto 20, 2016

La psoriasis del carnicero

El martes apenas a cuatro días de la marcha ‘Ni una menos’, en repudio a la violencia contra las mujeres, fue aceptado el pedido de hábeas corpus a favor de Abimael Guzmán, líder del grupo terrorista Sendero Luminoso, y artífice de los más atroces crímenes contra las mujeres, especialmente las más pobres.
La senderista Elena Yparraguirre, su mujer, pretende victimizar al asesino Guzmán porque este padece psoriasis, o sea una simple condición de la piel, como podría ser el acné o la dermatitis seborreica; la psoriasis podrá serle incómoda pero no supone riesgo alguno para su vida.
La marcha ‘Ni una menos’ y toda iniciativa a favor de la seguridad de las mujeres, resultará simple hipocresía si no le recordamos a las nuevas generaciones, las atrocidades perpetradas contra las mujeres por el grupo terrorista Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, encabezado por el aquejado de psoriasis.
La marcha del sábado pasado debió recordar el martirio de las asháninka a manos de Sendero, y el tema ser incluido en los libros escolares. Ellas fueron violadas, mutiladas y embarazadas. Un testimonio recogido por la CVR menciona que: “los senderistas les cortaban los senos y les metían cuchillo por la vagina…”. A saber, estos comunistas-terroristas exterminaron al 10% de ese pueblo amazónico (siete mil personas).
A lo largo de los ochenta y principios de los noventa, Sendero Luminoso invadió buena parte de los principales enclaves originarios de los asháninka, principalmente la selva central de la región Junín. La magnitud del genocidio se conoció recién el 11 de agosto de 1994, cuando una operación coordinada entre militares e indígenas, liberó a más de 10.000 mujeres y hombres asháninka. Sus cuerpos mostraban signos de tortura, desnutrición, falta de higiene y mutilaciones.
Sendero los había forzado a abandonar sus tierras, ubicándoles en distintos “campos de producción”, separando a los hombres de sus mujeres y a estas de sus hijos. Los hombres fueron  fuerza de trabajo y las mujeres “reproductoras de futuros cuadros político militares”, según escribió el destacado periodista José María ‘Chema’ Salcedo, quien investigó esos años de horror que no han culminado.
Un remanente senderista sigue activo (aliado con los narcos) en la principal zona cocalera peruana: los valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro-VRAEM. Allí continúan con la misma estrategia de guerra, secuestran a niños y niñas a los que retienen en "campamentos" de ideologización, y capacitación en uso de armas.

Así las cosas ¿a quién le interesa la psoriasis del carnicero Guzmán?

Martha Meier M.Q
Expreso, 20 de agosto de 2016

sábado, agosto 13, 2016

Ni una asháninka menos

‘Ni una menos’ es el lema de la marcha en repudio a la violencia ejercida contra las mujeres, víctimas silentes de abusos sexuales, asesinatos, maltrato físico, emocional y psicológico.  La mayoría de veces en sus propios hogares y por sus propias parejas y familiares.
En la marcha de hoy, debería recordarse también el martirio de las mujeres asháninka a manos del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso. Ellas fueron violadas, mutiladas, embarazadas y forzadas a realizar labores domésticas. Un testimonio recogido por la CVR da cuenta que inclusive: “los senderistas les cortaban los senos y les metían cuchillo por la vagina…”. A saber, estos comunistas-terroristas exterminaron al 10% de esa población amazónica, es decir a unas siete mil personas.
A lo largo de los ochenta y principios de los noventa, Sendero Luminoso ocupó buena parte de los principales enclaves originarios de los asháninka, principalmente la selva central de la región Junín. La magnitud del genocidio perpetrado por Sendero contra ese pueblo se conoció recién el 11 de agosto de 1994, cuando una coordinada operación entre militares e indígenas, liberó a más de 10.000 mujeres y hombres asháninka, esclavizados. Sus cuerpos mostraban signos de tortura, desnutrición, falta de higiene y mutilaciones.
Sendero los forzaba a abandonar sus tierras y a establecerse en distintos “campos de producción”, separando a los hombres de sus mujeres y a estas de sus hijos. Los hombres fueron usados como fuerza de trabajo y las mujeres sistemáticamente violadas y embarazadas, eran simples “reproductoras de futuros cuadros político militares”, según escribió el destacado periodista José María ‘Chema’ Salcedo, quien investigó esos años de terror y realizó un documental y un largometraje sobre el tema. Pero el horror continúa.
Un remanente de los comunistas de Sendero sigue activo (aliados con los narcotraficantes) en la principal zona cocalera peruana: valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro-VRAEM. Continúan con la misma estrategia de guerra y han secuestrado a decenas de niños y niñas a los que retienen en "campamentos" de ideologización y adoctrinamiento del odio de clases. Se les entrena, también, en el uso de armas y en el matar. Los de Sendero siguen violando y embarazando a mujeres y niñas.

Esperemos que la marcha ‘Ni una menos’ recuerde a las mujeres asháninka, símbolo de resistencia y fortaleza. Aunque probablemente, dada la politización de la marcha solo oigamos los estribillos de siempre. Lástima por el Perú, por las mujeres del Perú y por la verdad de lo que ocurre en el Perú.  



Expreso, 13 de agosto 2016

sábado, agosto 06, 2016

Cuestión de clase

Inés Valdivia es pobre, pero las carencias materiales no frenan su compromiso con la educación; es una maestra olvidada por su gremio -el SUTEP- y el Ministerio de Educación le arrebató su trabajo, injustificadamente. Desde hace 37años se desplaza en una silla de ruedas, pero ningún obstáculo impide que dicte clases a los chiquitos más pobres de los cerros de San Juan de Lurigancho, cuyas escarpadas y húmedas alturas alcanza gracias a las mamás y papás que la cargan en su silla como a una santa en procesión.
Inés tenía 22 años cuando su destino fue sellado por la violenta represión de la dictadura militar de Morales-Bermúdez. El 4 de julio de 1979 (víspera del Día del Maestro) un grupo de profesoras coreaba consignas en la Plaza de Armas esperando el resultado del diálogo entre J.F. Guabloche, ministro de Educación de la dictadura, y una delegación de tres maestras, entre ellas Inés. 

El ministro presentó un documento que resultó más bien un chantaje; Inés agarró ese papel y corrió a la Plaza de Armas para mostrar a sus colegas la indolencia estatal. Era invierno y hacía frío por eso vestía un poncho, era de color rojo y por eso la policía la identificó a distancia. La tiraron al suelo y patearon su espalda hasta quebrarle las vértebras. Despertó cuadripléjica en un hospital; el infame documento desapareció para siempre. Inés hubo de costear médicos, consultas, terapias y más hasta recuperar la sensibilidad de la cintura hacia arriba; vendió una pequeña propiedad en La Victoria, compró una silla de ruedas y se convirtió en vendedora ambulante para sobrevivir. Durante el primer alanismo la enviaron a Alemania y rehabilitó plenamente las extremidades superiores, pero el apoyo terminó apenas declinó convertirse en “niña símbolo” del aprismo.
Hoy enseña sin cobrar, consigue útiles para los más pobres; se recursea vendiendo tarjetas y artesanías que ella misma crea y enseña esas artes a las mamás del cerro, a las que repasa lectura, escritura, aritmética, cultura general. Les lee la Biblia para transmitir los valores cristianos y le reza a la Virgen de Guadalupe por un Perú justo.

En un mundo paralelo, el nuevo presidente convierte el patio de Palacio de Gobierno en el gimnasio privado más seguro de Lima y sus ministros exhiben atuendos deportivos importados. Mercedes Aráoz muestra la frivolidad de quienes encabezan la “revolución social” pepekausa y cuenta a los medios que fue víctima de violencia emocional “por temor a quedarse sola» y que “no era una mujer bella por muchos años”, por “gordita”. ¿Cuestión de clase? Sí pues, una clase con Inés Valdivia no le caería nada mal a Meche, PPK y a algunos de los suyos. Digo no más.
Foto: Diario La República



Expreso 06 de agosto de 2016