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viernes, octubre 19, 2007

"Eco-psicología" El verdor como terapia...

Tensión. Nervios. El trabajo, la familia, el caos urbano... Tratemos de relajarnos y cerrando los ojos imaginemos un lugar agradable. ¡Intentémoslo! ¿Qué imágenes, qué sonidos, nos vienen a la mente?
Una playa de aguas mansas y brisa fresca; un bosquecillo poblado de árboles, helechos y riachuelos; una planicie andina por donde cruzan raudas las vicuñas; un jardín escondido arrullado por el canto de las aves; una laguna tranquila donde los juncos se mecen suavemente; un ancho río de la Amazonía reflejando una bandada de guacamayos... Raro sería que para relajarse alguien trajera a su mente una congestionada y contaminada calle; una tienda o un restaurante atiborrado de ruidosos comensales. Los seres humanos tenemos una necesidad innegable de contacto y armonía con el mundo natural. La "eco-psicología" empieza a revelarnos los problemas del "alma" y su "sanación" desde una perspectiva verde...





"El hombre, perdido en medio de las masas estupendas de los cerros innumerables, se siente anonadado y comprende la pequeñez y la miseria de su cuerpo mortal. Como un grano de arena en las playas, como una gota de agua en los mares; así se siente el hombre, absorbido, aniquilado en la inmensidad de la cordillera de los Andes...".

Estas hermosas frases pertenecen a Racso y aparecieron publicadas en nuestro diario allá por el año de 1919. Inmortal pensador y pionero del periodismo científico, Oscar Miró Quesada de la Guerra transmitió así a los lectores de aquella época, el poder curativo de la naturaleza para el espíritu humano.

Las más diversas culturas, en todos los tiempos, han reconocido con variados enfoques el potencial terapéutico del verdor.

Pocas décadas atrás el célebre filósofo y médico chino Lin Yutang nos recordaba, en "La importancia de vivir": "Toda buena montaña es un sanatorio. Uno se siente acurrucado como un niño en su pecho".

Hoy la "eco-psicología" empieza a tomar todo esto en cuenta...

LOCA DESTRUCCION

Theodore Roszak director del Instituto de Eco-psicología de la Universidad de California, en Hayward, es autor de numerosas publicaciones sobre el tema. En un reciente número de la revista "Psychology Today" el estudioso difunde el artículo: "La Naturaleza de la Cordura". De "locura" califica Roszak la actual situación de degradación ambiental que sufre el planeta.

"Infligir daños irreversibles a la biosfera -escribe- podría parecer la forma más obvia de esta locura. Pero cuando revisamos la literatura psiquiátrica del mundo occidental moderno, no encontramos ninguna categoría semejante a locura ecológica".

Cuestiona a los psicoterapeutas por sus análisis de todo tipo de "relación disfuncional" (social y familiar) recordándoles que, sin embargo, la "disfunción de las relaciones con el ambiente" no existe siquiera como concepto.

"Desde sus inicios -indica- la corriente principal de la psicología occidental, limita su definición de la salud mental a la interpretación del contexto interpersonal de la sociedad urbana industrial: matrimonio, familia, trabajo, escuela, comunidad".

MARAVILLA CURATIVA

La conservación de prístinos paisajes y de los más variados ecosistemas es, amén de asunto ético, vital para la supervivencia de las variadísimas especies de flora y fauna que comparten con nosotros el planeta. Es pues una cuestión fundamental para la propia humanidad que depende de esa biodiversidad para su progreso y permanencia en el tiempo.

La conservación es también un tema relacionado a la calidad de vida, tanto física como mental, pues la una depende y es inseparable de la otra. Recordemos aquello de "mente sana en cuerpo sano".

Pues bien la eco-psicología no analiza exclusivamente nuestras relaciones con el ambiente sino que va más allá y ve en la naturaleza una suerte de "sanatorio al aire libre".

Lin Yutang reveló a occidente hace varias décadas los poderes psicoterapéuticos del verdor. "...creo en las propiedades espirituales curativas de los árboles antiguos y los lugares de montaña, no para sanar una clavícula fracturada o una piel infectada, sino para curar las ambiciones de la carne y las enfermedades del alma: cleptomanía, megalomanía, egocentrismo, halitosis espiritual, titulitis, prestamitis, dirigentitis (el deseo de dirigir a los demás), neurosis de guerra, verso fobia, maldad, odio, exhibicionismo social, terquedad en general y todas las formas de enfermedades morales".

Hoy los eco-psicólogos andan buscando nuevas maneras de aplicar este tipo de terapias. Es más en la conferencia "Psicología como si toda la Tierra importara", realizada en 1996 en el Centro para Psicología y Cambio Social de Harvard, los participantes concluyeron: "Si el yo se expande para incluir el mundo natural, la conducta que lleva a la destrucción de este mundo sería experimentada como auto-destrucción". Así pues se empieza a perfilar un nuevo tipo de "desadaptado": el "eco-suicida".

AMOR A LA VIDA...

"Ecocidio" es el término utilizado por el psicoanalista mexicano Fernando Cesarman para calificar lo que perpetramos contra éste nuestro único hogar en el universo. Al otro lado de la oscuridad como siempre está la luz y para el caso se llama "Biofilia".

Edward O. Wilson, destacado científico vinculado a Harvard y experto en biodiversidad que ha estudiado a fondo nuestra selva, especialmente lugares como Tambopata y Manu, ha acuñado el término "biofilia". Con él sugiere la existencia de una afinidad emocional innata con todos los organismos vivientes, que sería la que lleva a la humanidad a cuidar y preocuparse por el resto de especies. He allí una posibilidad de cambio y dejar de lado la "locura".

Pues como bien advierte Theodore Roszak "Al devastar el ambiente natural podemos estar socavando un requerimiento básico de la cordura: nuestro sentido de reciprocidad moral con el ambiente no humano"...

El renombrado conservacionista venezolano Arturo Eichler recordaba alguna vez la frase de uno de los más grandes escritores y pensadores alemanes Federico Schiller (1759-1805). _"El hombre enfermo enferma a la naturaleza", y decía Eichler, "podríamos añadir y la naturaleza enferma, enferma al hombre". Una extensión de estas frases bien podría ser hoy: Si la naturaleza enferma, enferma al hombre; la naturaleza sana, bien lo puede... ¡curar!

"A medida que la civilización y la técnica progresan y el crecimiento urbano absorbe el campo, el hombre se aleja más y más de la Naturaleza sustrayéndose al impacto confortante de sus manifestaciones."

- SALOMON VILCHEZ MURGA, en: "Parques Nacionales del Perú".

"Cuando a las personas altamente "estresadas" se les pide visualizar una escena tranquilizadora, nadie jamás imagina una autopista ni un centro comercial".

- THEODORE ROSZAK, Instituto de Eco-psicología de la Universidad de California.

"La naturaleza es de por sí, y siempre, un sanatorio. Aunque no pueda curar otra cosa puede sanar al hombre enfermo de megalomanía".

- LIN YUTANG, en: "La Importancia de Vivir"