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viernes, octubre 26, 2007

Las 96 zonas de vida natural. Sabiduría ecológica en el Perú antiguo

"Ama llulla. Ama qella. Ama sua". (No mientas. No seas flojo. No Robes). Código de vida del imperio Inca
Sin embargo, a las puertas del siglo XXI, la explotación rapaz de nuestras riquezas naturales sigue siendo palpable realidad, triste demostración de que no hemos podido liberarnos de ciertos "vicios" del virreynato.
En el Perú Antiguo, debemos siempre recordarlo, las prácticas conservacionistas estaban ampliamente difundidas. Fue por ellas que se logró avanzar enormemente en la agricultura y ganadería, asegurando alimento y abrigo a una creciente población. Nuestros Libertadores procuraron, luego, retomar este espíritu en lo que fueron las bases de la República Peruana. El propio Simón Bolívar emitió una serie de decretos de corte ecológico y nos legó, para posteridad, la noción de que el futuro de la patria està en la correcta administración de los bienes naturales. Así se explica su orden de incluir, en nuestro Escudo Nacional, la representación de la flora, la fauna y los recursos no-renovables. Pero el adecuado uso de este patrimonio pasa, necesariamente, por el profundo conocimiento de la realidad ecológica nacional.
Por más de medio siglo, el Amauta Javier Pulgar Vidal (1911-2003) batalló por la divulgación y revalorización de la sabiduría ecológica tradicional peruana. Nos ha enseñado cómo, en el Antiguo Perú, de manera clara y coherente, se sub-dividiò el territorio en...¡96 zonas de vida! Esto permitiò el óptimo aprovechamiento del espacio geográfico, en beneficio de sus habitantes y la conservaciòn de sus recursos...



"Los antiguos peruanos dieron la más acertada respuesta al medio geográfico hostil". Así resumió el filósofo de la historia, Arnold Toynbee, lo que fue el Tahuantisuyo. En 1589 en su lecho de muerte en el Qosqo, Mancio Serra de Leguízamo, viejo capitán del conquistador Pizarro, dicta y jura ante notario: "Que hallamos estos reinos de tal manera que en todos ellos no había un ladrón, un hombre vicioso, ni holgazán, ni había mujer adúltera ni mala...Que las tierras y montes y minas y pastos y caza y maderas y todo género de aprovechamientos estaban gobernados...".
Dos visiones, en dos distintas épocas, que se refieren a los avances, en tiempos pasados, de los aspectos sociales, económicos, agrícolas...

CONOCER PARA CRECER
El grado de desarrollo que se alcanzó en tiempos del Tahuantisuyo se basó, entre otros factores, en el profundo conocimiento del ambiente, de los procesos naturales y la correcta administración de las riquezas ecológicas. Para muestra un botón: miles de años antes que por estos lares se escuchara el castellano, ya se habían logrado domesticar entre...¡150 y 500 especies de nutritivas plantas nativas!
La papa, el maíz, el maní, la piña, la quinua, la kiwicha, el tarwi, el pallar, el zapallo, el tomate, y tantas otras que alimentan hoy a la humanidad, fueron "inventadas" por los primigenios habitantes de esta parte del globo. Para esta "espectacular" domesticación se tomaron en cuenta los factores climáticos, geográficos, hídricos, etc... Así se lograron, inclusive, variedades adaptadas a la realidad ecológica de cada rincón agrícola.

LAS OCHO REGIONES NATURALES
Por más de medio siglo el Amauta Javier Pulgar Vidal estudió las subdivisiones tradicionales del territorio nacional, en función de sus características ecológicas. Así ha ilustrado a varias generaciones del Perú sobre las 8 regiones naturales: Chala, Yunga, Quechua, Suni o Jalca, Puna, Janca, Rupa-Rupa y Omagua.
"Nuestros antepasados -indicaba el Amauta- comprendieron la necesidad indispensable de llegar al verdadero conocimiento de las zonas de la vida natural, tanto humana como animal y vegetal, tal como finalmente lo establecieron los ecólogos del Nuevo y Viejo Mundo, en tiempos modernos".

DE ZONA EN ZONA
En la memoria del "I Congreso Peruano de Ecología", publicada por el Fondo Editorial de RENACE-Perú, explica Pulgar Vidal: "Estas zonas han encontrado expresión científica avanzada en numerosos teóricos y filósofos de la ecología, como el tratadista Holdridge (1947), vulgarizado entre nosotros por J.Tossi jr. Tal autor fue el primero en publicar las "Zonas de Vida Natural del Perú". Este estudio consideró 46 zonas de vida para nuestro país". Años más tarde, según lo indica el propio Amauta, la ONERN (hoy INRENA) publicó el mapa ecológico del Perú que analizó 84 zonas de vida natural, de las 104 que se supone existen en todo el planeta. Pero las investigaciones de Pulgar Vidal tienen mayor proyección...Si partimos de las 8 regiones naturales del Perú, y aplicamos el sistema tradicional podemos constatar que: las antiguas mujeres y hombres del Perú subdividieron el territorio en...¡96 zona de vida natural!
El Amauta explica ademàs que cada una de las 8 regiones fueron designadas con nombres expresivos, concebidas en diversas lenguas nativas, que recogieron en sìntesis perfecta, la verdadera significación y preciso contenido de cada zona. A saber, y comparándolos, el sistema del antiguo Perú resulta más práctico y permite, en el campo, un reconocimiento más simple de cada zona y sus subdivisiones.

LAS ZONAS MEDIAS
Javier Pulgar Vidal nos enseña que los antiguos hombres y mujeres del Perú al analizar la realidad ecológica se dieron cuenta que cada una de las ocho grandes zonas de vida natural eran muy vastas y que al recorrerlas se distinguían 3 zonas menores: LURIN (o zona baja); CHAUPI (zona media); HANAN (o zona alta). Esta realidad está presente en cada una de las ocho regiones. Así el ecólogo del antiguo Perú multiplicó 8 x 3, llegando a las 24 zonas medianas de vida natural, humana, animal y vegetal.
Pero allí no quedó la cosa...

OBSERVANDO LA LUZ
La permanente observación permitió a los antiguos habitantes percatarse que la luz solar no ilumina de manera pareja el paisaje; que al caer, por la mañana, en determinados sectores del suelo se producen variedades vegetales distintas, a las de los lugares que reciben el sol por las tardes.
Esta particularidad se observa también en cada una de las 24 zonas medianas de vida natural. Multiplicamos así 24 x 2 y llegamos a las 48 zonas de vida. A la zona de iluminación matutina se denominó ALLAUCA y a las que recibían el sol de la tarde: RANCHA. Y todavía hay más...

LO QUE DICEN LAS PLANTAS
Otra subdivisiòn resultò de la observaciòn de las plantas. Estas eran diversas y variadas no sòlo por las diferencias en la iluminación solar que recibía el lugar donde proliferan, sino por los distintos grados de humedad o aridez. Así se percataron que la ubicaciòn del suelo era también fundamental. Descubrieron entonces que la vertiente occidental (la cara de los Andes que miran al Pacífico) era árida o menos húmeda -esta parte fue llamada CHAQUI- y que la vertiente oriental (cara que mira a la selva) era mucho más húmeda y la llamó MIQUI. Así multiplicó las 48 zonas de vida, mencionadas líneas arriba, por estas dos última y llegó a comprender que en el Perú podían observarse 96

ZONAS PEQUEÑAS DE VIDA NATURAL.
PERUANIZANDO LA ECOLOGIA
El Amauta Javier Pulgar Vidal fue enfático en afirmar la necesidad de que nuestros estudiosos y especialistas retomen la sabiduría tradicional peruana para analizar e interpretar la realidad ecológica nacional y sus posibilidades. "La capacidad de esta nomenclatura -indica- aleja todo el riesgo que comporta la pretendida aplicación de nombres foràneos inventados por Holdridge y que nuestros ecólogos insisten en aplicar en el Perú". Como lo decía el propio Amauta: es necesario comprender y aplicar estas nociones teóricas y prácticas, para el desarrollo de una ecología netamente peruana. Sòlo asì podremos hallar una solución adecuada a nuestros problemas ambientales...

jueves, octubre 25, 2007

Palo santo...El místico aroma de una madera...


Cae la tarde sobre la cabeza gacha de una mujer sentada sobre los viejos escalones de piedra que llevan al portón de la iglesia. Junto a ella hay una caja abierta. Velas, estampas de diversos santos, crucifijos, escapularios, rosarios y, como si fuera niebla, fluye el sahumerio. Su profundo perfume lo envuelve todo, se pasea por las veredas, cruza las calles, se cuela por las ventanas. Es un aroma conocido, de templo, de fe, de procesión. Inconfundible fragancia de un pequeñito trozo de la madera clara del palo santo, un árbol que tanto acompaña nuestra religiosidad y del que poco, o casi nada, sabemos. Su místico olor estará junto a nuestras reflexiones. Madera costera que a lo largo y ancho de nuestro país será encendida para estos sagrados días de octubre...

Procesiones, reflexiones y sahumerios. El aroma profundo del palo santo está impregnado ya en la memoria, sus humos son parte de las celebraciones de éstas y otras fechas sagradas que, año tras año, se recuerdan en nuestro país. Pero... ¿qué es el palo santo? La primera imagen que viene a la mente es la de una bolsita de plástico transparente, vendida por unos poquitos soles, que contiene algunos fragmentos de una madera clara. De primera impresión parecieran los pedacitos de un árbol cualquiera. Basta, sin embargo, que el fuego los posea y entonces como magia, como hechizo, se libera el humo de mística fragancia...

EL GRAN OLVIDADO

El destacado botánico, doctor Ramón Ferreyra Huerta, quien durante décadas fuera investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, consideraba "un gran olvidado" al Palo Santo, representativo árbol de la flora nativa costera. "Casi no se conocen estudios sobre esta especie, típica de la costa norte, del llamado Bosque Seco", dijo.

La costa de Tumbes, Piura y La Libertad es ámbito de esta especie de la familia de las Burseráceas.

"Un árbol de zona seca -indicaba Ferreyra Huerta-, allí es alimentado por las lluvias que usualmente caen durante los veranos, es decir entre diciembre y marzo".

No se tiene referencias sobre escritos de los cronistas españoles sobre tan utilísima especie. Olvidada, pues, desde el propio inicio de la historia hispana de nuestro país.

Narran por allí, que el cronista español Bernabé Cobo describió a una planta de nombre similar como un: "árbol hediondo", es decir apestoso, de la selva amazónica que crece desde los 200 hasta los 1 200 metros sobre el nivel del mar, y que alcanza una altura de tres metros.

Cobo indicaba también que era "hueco, desde el tronco hasta sus ramas y lleno de hormigas, y que debajo de él no crecía hierba alguna, que todos huían al acercársele, que su madera amarilla olía tan mal que al quemarse como incienso causaba dolor de cabeza".

A menos que los conquistadores tuvieran gustos tan distintos a los nuestros en cuanto a aromas, no cabe duda de que Cobo se habría estado refiriendo a otra especie de la flora ¿no?.

VIDA ENTRE LAS ARENAS

El Palo Santo, conocido científicamente con el nombre latino de Bursera graveolens, crece robusto hasta alturas que sobrepasan los ocho metros, pudiendo alcanzar los quince.
Se desarrolla cercano a los algarrobos, especie que ha visto ampliada su extensión alimentada por las lluvias resultantes del fenómeno de El Niño.
Después del norteño algarrobo y el sureño huarango, se podría decir que el aromático palo santo es quizá uno de los más importantes árboles que se dan en los bosques secos del desierto peruano.

FRAGANTE ALBERGUE Y ALIMENTO

Robusto y frondoso es el Palo Santo. La gran cantidad de follaje que produce sirve como alimento para el ganado. Comentaba el especialista Ramón Ferreyra "alguna vez, viajando por el alto Piura, me topé con una señora que andaba junto a su jumento. El animal iba cargado de Palo Santo. Le pregunté por qué llevaba tal cantidad de ramas y simplemente me respondió que era para dar de comer a sus animalitos. Esto corrobora que en la zona algunas personas utilizan esta especie de flora inclusive para alimentar a sus animales".

Utilísima y fragante especie que, lamentablemente, viene retrocediendo. No faltan quienes, en afán de hacer negocios a corto plazo, cortan del todo el árbol impidiendo que éste vuelva a regenerarse. Aromas de religiosidad que en humo se van...

miércoles, octubre 24, 2007

"Conciencia Ambiental" Desde siempre, una misma preocupación...


Los temas ecológicos, la problemática ambiental, la degradación de la flora, de la fauna y todas las riquezas naturales son asuntos que cada día, con más fuerza, irrumpen en nuestra conciencia y en nuestros, otrora inviolables, hogares. A estas alturas nadie puede permanecer neutral. La noticia "verde" es imparable. Ingresa a nuestras salas, a nuestros comedores y dormitorios, aunque las puertas y ventanas estén cerradas.
Comentario de primera plana, tema cotidiano de conversación, siempre logra "filtrarse" en los medios de comunicación aunque muchos pretendan mover sus corruptos "hilos, en la vana ilusión de tapar el sol con un dedo.
La magia de la televisión nos transporta al lugar mismo de los hechos. La información cruza el espacio en cuestión de segundos gracias a las ondas de radio. Las nuevas tecnologías de comunicación favorecen a la diseminación del tema. La preocupación ambiental crece. ¿Un asunto de nuestro tiempo? ¡Falso!





En todas las épocas, en todas las culturas, voces fuertes se levantaron tratando de llamar a la cordura. La conciencia ambiental para nada es asunto nuevo. Quizá la única diferencia actual es que hoy la raza humana ¡sí! cuenta con las herramientas que harían posible el ansiado cambio de rumbo... "Nuestro país comparado con lo que era, se asemeja a un cuerpo consumido por la enfermedad; todo lo que había de tierra grasa y fecunda ha desaparecido y no nos queda más que un cuerpo descarnado...". La imagen nos describe "al pelito" el lúgubre paraje de varios rincones del globo. Bien podría ser el literal retrato de nuestra deforestada selva alta o quizá la sierra central, degradada por la minería, asfixiada por los humos de las fundiciones, envenenada por los relaves.

¿No será acaso una descripción de algún rincón del continente africano, como Etiopía, tras la sequía? ¡Nada de eso! Quién piense que estas líneas pertenecen a una pluma contemporánea sé... ¡equivoca!

El comentario data de varios siglos antes de Cristo. ¿Su autor? Pues nada más y nada menos que al filósofo griego Aristócles, más conocido como... ¡Platón!

BATALLA SIN CUARTEL

"Cada generación tiene que luchar de nuevo con los saqueadores, con la tendencia a utilizar los recursos públicos en beneficio propio y con la inclinación a preferir las ganancias a corto plazo a las necesidades a largo plazo". Tan lúcida sentencia pertenece al recordado presidente norteamericano John F. Kennedy, uno de los más brillantes políticos de este convulsionado siglo. Son palabras que nos ayudan a comprender una gran verdad. Dice acertadamente J.F.K.: "Cada generación tiene que luchar de nuevo...". Y es que en todas las épocas existieron los mismos "saqueadores", voraces depredadores de las riquezas naturales que no piensan en el bien común, y menos en las siguientes generaciones.

En todas las épocas, también, hubo quienes batallaron por cambiar el rumbo.
Decir que la conciencia y preocupación "ecológicas" es asunto de las últimas décadas es pecar de ignorancia y hacerle un favor a la rapacidad, al desarrollo mal enfocado y al progreso mal entendido. Un breve periplo por los anales de la prensa peruana y mundial nos ayuda, también, a comprender cómo la temática ambiental no ha sido algo ajeno. En "El Comercio", por ejemplo, aparecían notas sobre esta problemática casi desde sus inicios. La situación de los menos favorecidos, la basura, la explotación inadecuada del guano, los humos de las fábricas, fueron una constante.


GOBERNAR EN "VERDE"

En la histórica "Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano", más conocida como "Conferencia de Estocolmo" (5 al 16 de junio de 1972) una mujer menuda, ataviada con un típico "sari", con pausada y firme voz recordó a los lideres y representantes oficiales la responsabilidad que les competía frente a la crisis ecológica.

Indira Gandhi refirió que, desde siglos lejanos, un buen gobernante de su país reconocía la necesidad de velar también por la flora y fauna, importante patrimonio de los pueblos. Dijo la Gandhi: "A través de toda la India, edictos grabados en roca nos recuerdan que hace 22 siglos el emperador Asoka definió como deber del rey no sólo el de proteger a los ciudadanos y castigar a los infractores de la ley, sino también el de preservar la vida de los animales y de los árboles de la floresta".
El poderoso emperador Asoka -que reinó de... ¡273 a 232 a.C.!- fue, sin duda, un avanzado y lúcido político. Ya en nuestra era tenemos que, en el siglo XIII se toman en Europa las primeras medidas conservacionistas y, a saber, para 1576 el príncipe de Orange y Holanda dispuso conservar a perpetuidad el bosque de la Haya.


EL BIEN COMUN
"La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y el Estado". Así reza el primerísimo artículo de la Constitución Política, actualmente vigente en nuestro país. Se trata, pues, de alcanzar aquello que se ha dado en llamar el "Bien Común", aquel "Bonum Comune" sobre el que especulaba filosóficamente Santo Tomás de Aquino (1225-74). Un ideal que viene de mucho más atrás. En estos tiempos de individualismos rapaces vale la pena recordar que él "Bien Común" se refiere, también, a los aspectos ecológicos y ambientales. El bien de todas las personas y su seguridad depende, fundamentalmente, del medio que nos sustenta como bien lo entienden hoy los economistas.
En 1992 Andrew Steer, especialista británico vinculado al Banco Mundial, formuló una tesis interesante: "Los encargados de la formulación de políticas de desarrollo reconocen cada día más, que el no tomar en cuenta los costos del deterioro ambiental, es una actitud que resultará ineficiente, y en muchos casos ineficaz, para aumentar los ingresos y el bienestar de la población".


LA UNICA RAZON...
Pero vayamos atrás en el tiempo... Varios siglos antes que Santo Tomás de Aquino -conocido como el Doctor Angélico- reflexionara sobre el "Bien Común", en tiempos del filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) se consideraba a éste: el fin mayor y último que trata de alcanzar el Estado, con su actividad política. Como quien dice...¡la única razón de un gobierno!
Es interesante conocer, por ejemplo, que ya varios años antes el célebre Platón (428-348 a.C.) ya había afirmado: "Quien ensucia el agua debe limpiarla". Los dos griegos nos han dejado un mensaje imperecedero y nos demuestran cómo la conciencia ambiental, una expresión más del espíritu solidario, surgió antaño. Siglos antes de Cristo, Aristóteles nos habló del ineludible compromiso que tenemos como parte de una colectividad, y Platón dejó claramente establecido que nadie tiene derecho a degradar un bien que es de todos. Este principio platónico se ha transformado en la célebre premisa contemporánea: "el que contamina paga", o "impuesto a la contaminación". Actualmente, en la mayoría de naciones del globo se parte de esta idea. Así, el "empresario depredador" debe pagar una suerte de "multa a la cochinada". Se apunta a que se busquen alternativas y se tomen mayores precauciones.


LA PATRIA Y LA VIDA
En nuestro país la conciencia ambiental data de tiempos pre-hispánicos. En la presentación de "Parques Nacionales del Perú", del maestro cutervino Don Salomón Vilchez Murga, el recordado conservacionista Felipe Benavides escribió: "En nuestra América la tradición proteccionista arranca desde la época prehispánica, específicamente en el seno de la civilización Quechua del antiguo Perú. Los Incas, según Garcilaso de la Vega, vislumbraron la necesidad de amparar la avifauna costera, prohibiendo bajo pena capital perturbar las aves guaneras en la época de cría. Y en igual forma radical se procedió en favor de la bella, aristocrática y utilísma vicuña".
Los incas fueron en esencia grandes conservacionistas. Su óptimo aprovechamiento del medio les permitió desarrollar una floreciente civilización y mantener, bien alimentada, a una creciente población.


PREOCUPACION COLONIAL
El nuevo patrón de desarrollo impuesto por los españoles llevó a una gran crisis ecológica. Nadie lo niega. Millones de hectáreas fueron deforestadas para obtener la madera con que se construyeron las nuevas ciudades. Los bosques se convirtieron en el carbón que dio la energía necesaria para fundir los metales, extraidos de nuestros Andes, por la Corona. La fauna fue, también, sistemáticamente diezmada. Mas no se crea que los españoles no se preocuparon por la problemática que desencadenaron. Diversos edictos y ordenanzas de estos tiempos son muestra que existía una clara conciencia. Como ocurre las más de las veces, triunfaron otros intereses.
En 1577 el Rey de España emitió una real ordenanza limitando la saca de llamas, alpacas, guanacos y vicuñas en la óptica de promover la conservación del "ganado mayor", como llamaron a los camélidos. En esos tiempos diversos notables manifestaron su preocupación por la depredación de ésta y otras riquezas naturales. Gran defensor de la vicuña, entonces, fue el marqués de Rocafuerte.


QUEJAS Y PROBLEMAS
En su libro"Recursos Naturales Renovables y Pesca, siglos XVI y XVII", la doctora María Rostworowski de Diez Canseco difunde datos que confirman una real preocupación por estos aspectos, en la época del dominio español. Consta, por ejemplo, la alarma de los miembros del Cabildo de Lima por la destrucción del recurso arbóreo en el valle. El 9 de octubre de...¡1535!, y al año siguiente sin que al parecer se cumpliera, se ordenó "a los vecinos que poseían tierras sembraran hasta 300 sauces".
La primera "demanda ecológica" en tiempos Hispanos es, sin duda, la que registra la misma investigadora. Según ilustra, en 1567 naturales de Atiquipa presentaron una queja ante el alcalde de Arequipa, don pedro Melgar. En las lomas de Atiquipa, ganado español pastaba y vagaba sin vigilancia, destruyendo sus cultivos estacionales de maíz, yuca,achira y camote. El defensor de los naturales Juan de Castro Figueroa -quizá primer abogado "verde" del país- "consiguió la imposición de cien pesos de plata corriente como sanción a los dueños de los animales".
No faltó un compañero de armas de Pizarro, Mancio Sierra de Leguizamo, que en su lecho de muerte dejó anotado su arrepentimiento por la destrucción derivada de la conquista y el modelo impuesto.


REPUBLICA VERDE
La conservación de la naturaleza fue una preocupación, también, de nuestros próceres. Hipólito Unanue ha legado, para la posteridad, escritos que son una muestra palpable de su conciencia "verde" y preocupación por el impacto de las basuras en el ambiente y sobre la salud.
Célebres son los múltiples decretos conservacionistas del Libertador Simón Bolivar quien inclusive llegó a expresar: "La naturaleza debe presidir a todas la reglas". En tiempos republicanos sobresalen las leyes, de gran valor para la conservación de las riquezas naturales, decretadas por Ramón Castilla. A través del tiempo muchos abogaron por tan noble causa. Como hoy muchos esfuerzos resultaron estériles frente a los grandes y mezquinos intereses de ciertos poderes.
Quizá hoy sí se gane la batalla. A diferencia de los siglos pasados hoy tenemos en las manos herramientas y armas que nos permitirían revertir esta situación. Gracias al poder de las comunicaciones la creciente crisis ecológica es, cada vez, más visible y comprendida a todo nivel. Como dice la Biblia en el "Eclesiastés": "Todas las cosas tienen su tiempo; todo lo que pasa debajo del sol tiene su hora"...

lunes, octubre 22, 2007

Elogio a la mascota..


¿Sabe usted el significado de la palabra "mascota"? Su respuesta probablemente será: "Por supuesto. Mascota es un animal de compañía, qué más podría ser ¿no?". Veamos, pues, si está en lo cierto. Busquemos la palabreja en un diccionario. ¡Oh sorpresa! Su principal significado es, nada más y nada menos, que..."animal u objeto al que se le atribuyen virtudes mágicas". Tal como se lee...¡virtudes mágicas!
Quienes conviven con una mascota verdadera -como un perro o un gato y ¡no! un animal silvestre arrancado impunemente de su hábitat natural- comprenderán mejor, sin duda, a qué se refiere esto. El célebre poeta británico Lord George Gordon Byron (1788-1824), plasmó en el epitafio de su querido perro, Boatswain, algo de su "magia", al escribir que poseen "belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad y todas las virtudes del hombre sin sus debilidades"... "...un pastor evangélico me decía que si el hombre se limitara a poseer solamente las virtudes del perro, tendría ya lo suficiente para aspirar a la santidad"

El chileno Benjamín Subercaseaux, en "Santa Materia"





Desde hace largas décadas hay consenso, entre especialistas de las más diversas disciplinas, sobre el valor terapeútico de los animales de compañía. Para los años sesenta y setenta la "pet therapy" -terapia con mascotas- estudiada por el Dr. Boris Levinson, profesor de la Universidad Yeshiva, de Nueva York, Estados Unidos, era una práctica recomendada para personas adultas, especialmente ancianos, y otras con problemas emocionales, de comunicación y cuadros de depresión severa. Levinson aplicaba la "pet therapy" también en los casos de familias con dificultades en sus relaciones.
En enero de 1980, la Asociación Veterinaria Británica de Animales Menores dedicó gran parte de un simposio internacional, realizado en Londres, al tema: "El vínculo entre Hombre y Animal de Compañía".
A lo largo y ancho del globo, las investigaciones han segudio arrojando nuevas luces sobre lo "mágico" de ese vínculo, lo útil, saludable y benéfico, que resulta en todo sentido.


FIDELIDAD A PRUEBA
"En mi peor etapa -dice Orlando, un joven de 28 años hoy recuperado de la adicción a la pasta básica de cocaína- sentía que no servía para nada. Me quedó sólo un fiel compañero, "Chongo, mi perro. Cuando me internaron quería morirme. Cuando se anda en drogas -por lo menos a mí me pasó así- tiendes a bloquear todos tus buenos recuerdos. Es como si tu cabeza sólo hubiera "archivado" las "paltas", lo malo, lo feo. Pero de mi "Chonguito" sólo tenía recuerdos agradables, ya sabes como son los animales de "buena gente" ¿no? Fue gracias a él que volví a acercarme a mi familia. Después de tantos meses de no querer hablarles no sabía cómo pedirles que me visitaran. Un día me atreví y dije "aló ¿mami?, creo que a "Chongo" se le vence por estos días su vacuna de la rabia ¿lo llevarías al veterinario? Fuimos toda la familia junta. Fue un feliz reencuentro".
"Mi papá -nos dice Dana, una arquitecta de unos 40 años, está hecho un "atleta" desde que "Toña" vive en su casa. Desde la muerte de mi mamá, hace ya tiempo, andaba muy deprimido, no salía, se pasaba el día quejándose de sus "viejísimos" 82 años. La cosa es que mi hermano y su familia se fueron a vivir a Alemania y no podían llevar a la perra. Mi papá ofreció cuidarla. Ahora sale todas las mañanas y tardes al parque para pasearla. Está más activo, más ágil, contento, comunicativo".
¿Quién no conoce una historia similar? Podríamos llenar cientos de páginas con ejemplos de cómo las mascotas hacen la vida más llevadera. ¿Será esa su magia?


COMPARTIENDO LA HISTORIA
En un proceso de siglos las distintas culturas "domesticaron" varias especies, a través del cruce y la selección, con fines diversos: alimentación (gallinas, cabras, vacas, cerdos); trabajo y transporte (mulas, burros, bueyes, caballos, llamas); para obtener lana (alpacas, ovejas) y compañía: (perros y gatos), entre otros. Queda claro que los verdaderos "animales domésticos" son una suerte de "invento" humano, obtenido a partir de especies silvestres y no tan sólo un animal "domado". Así, por ejemplo, el perro, en sus distintas razas, se obtuvo a partir del lobo y no de "domar" al lobo. Desde épocas remotas los animales domésticos contribuyeron al avance de la civilización. Los perros y gatos fueron, como lo siguen siendo hoy, utilísimas mascotas. El uno ayudaba en la cacería, a cuidar la casa y los rebaños; el otro perseguía a los roedores y así combatía la proliferación de peligrosas enfermedades.


ALEGRIA Y SALUD
La "American Medical Association", equivalente en los Estados Unidos a nuestro Colegio Médico, refiere en su enciclopedia varias de las enfermedades transmitidas por esas mascotas. La misma asociación recuerda, sin embargo, que para evitar tal amenaza es necesario una adecuada higiene y cuidado. Sobre el perro, por ejemplo, indica: "... las enfermedades que pueden ser contagiadas son infrecuentes -especialmente las más serias- (como la rabia o los parásitos) y deben ser vistas bajo la luz del tremendo beneficio psicológico y gozo que obtienen los amos de sus mascotas".
En la actualidad se sabe que contribuyen con nuestra salud, tanto psicológica como física. Se ha comprobado, por ejemplo, que la presión arterial baja cuando los acariciamos, pues nos relajamos mucho.Cabe recordar que son varias las peligrosas complicaciones de la presión alta, o hipertensión, como: derrames cerebrales, males al corazón, problemas a los riñones y retinopatía (daño severo de la retina).


"ANTI-STRESS"
Brindan afecto sin exigir nada a cambio. Siempre están pendientes de su dueña o dueño. Una simple palmada en la cabeza desencadenará toda una serie de piruetas y movimientos de alegría. Su comportamiento y reacciones causan curiosidad y distraen nuestra atención de los problemas. Con su mascota el ser humano se quita todas las máscaras, deja brotar sus más cálidas expresiones de ternura, pierde el miedo al ridículo. Hasta la más seria y triunfadora de las personas es capaz de tirarse al suelo para jugar con su perro, o su gato, y "conversarle". ¿Habrá acaso forma más sana de combatir las tensiones cotidianas? Para el caso no importan la extracción social ni el refinamiento. Con un cuadrúpedo compañero, como con los niños, los modales del empresario y la mujer ejecutiva son tan bellamente "babosos" como los de cualquier parroaquiano. Aquí no hay rangos, posiciones, títulos ni millones capaces de modificar el comportamiento, de los unos y los otros, porque es sincero, natural y transparente.


EJERCICIO DEL SENTIMIENTO
Convivir con una mascota nos ayuda a ejercitar sentimientos que no tienen mucha oportunidad de aflorar en la agitada y artificial vida moderna. En el caso de una niña o un niño, tal convivencia es un constante aprendizaje del significado de "amar", en relación a la disciplina, a la responsabilidad de cuidar al otro, a la paciencia y compasión, a la capacidad de sufrir por el dolor ajeno, a compartir -el tiempo libre y los juegos- y tratar de comunicarse pese a las diferencias.
En ambientes familiares conflictivos, además, -tal como lo escribió el Dr. Levinson- las mascotas "pueden compensar la negativa influencia donde (al niño) se le expone a tensiones que no comprende. Entonces es reconfortante la presencia del amigo cuadrúpedo que le puede proporcionar la estabilidad y seguridad que necesita".
Inclusive al morir, nuestra mascota nos enseña. Una niña o un niño que aprende de la muerte a partir de su viejo perro, entiende ese dolor como parte de lo inevitable de la vida. Tendrá oportunidad de reflexionar sobre estos aspectos trágicos, a partir de un suceso muchísimo menos traumático que la pérdida de un familiar y, quizá, así cuando muera alguién cercano esté mejor preparado para aceptar la situación. Es un vínculo, además, con la diversidad de la vida, lo acerca a la naturaleza, le hace comprender que en este mundo cohabitan multiplicidad de especies. Estas son, sin duda, sus "cualidades mágicas", pero he aquí la principal: "humanizarnos".
Gracias a las mascotas, cada instante, recordarnos que somos seres creados a imagen y semejanza de Dios, capaces de los más nobles y profundos sentimientos, hasta con un animal...

viernes, octubre 19, 2007

"Eco-psicología" El verdor como terapia...

Tensión. Nervios. El trabajo, la familia, el caos urbano... Tratemos de relajarnos y cerrando los ojos imaginemos un lugar agradable. ¡Intentémoslo! ¿Qué imágenes, qué sonidos, nos vienen a la mente?
Una playa de aguas mansas y brisa fresca; un bosquecillo poblado de árboles, helechos y riachuelos; una planicie andina por donde cruzan raudas las vicuñas; un jardín escondido arrullado por el canto de las aves; una laguna tranquila donde los juncos se mecen suavemente; un ancho río de la Amazonía reflejando una bandada de guacamayos... Raro sería que para relajarse alguien trajera a su mente una congestionada y contaminada calle; una tienda o un restaurante atiborrado de ruidosos comensales. Los seres humanos tenemos una necesidad innegable de contacto y armonía con el mundo natural. La "eco-psicología" empieza a revelarnos los problemas del "alma" y su "sanación" desde una perspectiva verde...





"El hombre, perdido en medio de las masas estupendas de los cerros innumerables, se siente anonadado y comprende la pequeñez y la miseria de su cuerpo mortal. Como un grano de arena en las playas, como una gota de agua en los mares; así se siente el hombre, absorbido, aniquilado en la inmensidad de la cordillera de los Andes...".

Estas hermosas frases pertenecen a Racso y aparecieron publicadas en nuestro diario allá por el año de 1919. Inmortal pensador y pionero del periodismo científico, Oscar Miró Quesada de la Guerra transmitió así a los lectores de aquella época, el poder curativo de la naturaleza para el espíritu humano.

Las más diversas culturas, en todos los tiempos, han reconocido con variados enfoques el potencial terapéutico del verdor.

Pocas décadas atrás el célebre filósofo y médico chino Lin Yutang nos recordaba, en "La importancia de vivir": "Toda buena montaña es un sanatorio. Uno se siente acurrucado como un niño en su pecho".

Hoy la "eco-psicología" empieza a tomar todo esto en cuenta...

LOCA DESTRUCCION

Theodore Roszak director del Instituto de Eco-psicología de la Universidad de California, en Hayward, es autor de numerosas publicaciones sobre el tema. En un reciente número de la revista "Psychology Today" el estudioso difunde el artículo: "La Naturaleza de la Cordura". De "locura" califica Roszak la actual situación de degradación ambiental que sufre el planeta.

"Infligir daños irreversibles a la biosfera -escribe- podría parecer la forma más obvia de esta locura. Pero cuando revisamos la literatura psiquiátrica del mundo occidental moderno, no encontramos ninguna categoría semejante a locura ecológica".

Cuestiona a los psicoterapeutas por sus análisis de todo tipo de "relación disfuncional" (social y familiar) recordándoles que, sin embargo, la "disfunción de las relaciones con el ambiente" no existe siquiera como concepto.

"Desde sus inicios -indica- la corriente principal de la psicología occidental, limita su definición de la salud mental a la interpretación del contexto interpersonal de la sociedad urbana industrial: matrimonio, familia, trabajo, escuela, comunidad".

MARAVILLA CURATIVA

La conservación de prístinos paisajes y de los más variados ecosistemas es, amén de asunto ético, vital para la supervivencia de las variadísimas especies de flora y fauna que comparten con nosotros el planeta. Es pues una cuestión fundamental para la propia humanidad que depende de esa biodiversidad para su progreso y permanencia en el tiempo.

La conservación es también un tema relacionado a la calidad de vida, tanto física como mental, pues la una depende y es inseparable de la otra. Recordemos aquello de "mente sana en cuerpo sano".

Pues bien la eco-psicología no analiza exclusivamente nuestras relaciones con el ambiente sino que va más allá y ve en la naturaleza una suerte de "sanatorio al aire libre".

Lin Yutang reveló a occidente hace varias décadas los poderes psicoterapéuticos del verdor. "...creo en las propiedades espirituales curativas de los árboles antiguos y los lugares de montaña, no para sanar una clavícula fracturada o una piel infectada, sino para curar las ambiciones de la carne y las enfermedades del alma: cleptomanía, megalomanía, egocentrismo, halitosis espiritual, titulitis, prestamitis, dirigentitis (el deseo de dirigir a los demás), neurosis de guerra, verso fobia, maldad, odio, exhibicionismo social, terquedad en general y todas las formas de enfermedades morales".

Hoy los eco-psicólogos andan buscando nuevas maneras de aplicar este tipo de terapias. Es más en la conferencia "Psicología como si toda la Tierra importara", realizada en 1996 en el Centro para Psicología y Cambio Social de Harvard, los participantes concluyeron: "Si el yo se expande para incluir el mundo natural, la conducta que lleva a la destrucción de este mundo sería experimentada como auto-destrucción". Así pues se empieza a perfilar un nuevo tipo de "desadaptado": el "eco-suicida".

AMOR A LA VIDA...

"Ecocidio" es el término utilizado por el psicoanalista mexicano Fernando Cesarman para calificar lo que perpetramos contra éste nuestro único hogar en el universo. Al otro lado de la oscuridad como siempre está la luz y para el caso se llama "Biofilia".

Edward O. Wilson, destacado científico vinculado a Harvard y experto en biodiversidad que ha estudiado a fondo nuestra selva, especialmente lugares como Tambopata y Manu, ha acuñado el término "biofilia". Con él sugiere la existencia de una afinidad emocional innata con todos los organismos vivientes, que sería la que lleva a la humanidad a cuidar y preocuparse por el resto de especies. He allí una posibilidad de cambio y dejar de lado la "locura".

Pues como bien advierte Theodore Roszak "Al devastar el ambiente natural podemos estar socavando un requerimiento básico de la cordura: nuestro sentido de reciprocidad moral con el ambiente no humano"...

El renombrado conservacionista venezolano Arturo Eichler recordaba alguna vez la frase de uno de los más grandes escritores y pensadores alemanes Federico Schiller (1759-1805). _"El hombre enfermo enferma a la naturaleza", y decía Eichler, "podríamos añadir y la naturaleza enferma, enferma al hombre". Una extensión de estas frases bien podría ser hoy: Si la naturaleza enferma, enferma al hombre; la naturaleza sana, bien lo puede... ¡curar!

"A medida que la civilización y la técnica progresan y el crecimiento urbano absorbe el campo, el hombre se aleja más y más de la Naturaleza sustrayéndose al impacto confortante de sus manifestaciones."

- SALOMON VILCHEZ MURGA, en: "Parques Nacionales del Perú".

"Cuando a las personas altamente "estresadas" se les pide visualizar una escena tranquilizadora, nadie jamás imagina una autopista ni un centro comercial".

- THEODORE ROSZAK, Instituto de Eco-psicología de la Universidad de California.

"La naturaleza es de por sí, y siempre, un sanatorio. Aunque no pueda curar otra cosa puede sanar al hombre enfermo de megalomanía".

- LIN YUTANG, en: "La Importancia de Vivir"

miércoles, octubre 17, 2007

Automoviles y contaminación - Un "ogro" llamado carro...

Rugen como fieras. Emponzoñan el aire. Envenenan el suelo. De un letal zarpazo pueden arrancar más de una vida. A su paso huye la gente y todo queda envuelto en humo. Arboledas y huertas perfumadas han sido arrasadas para abrirle camino.

Veloces. Voraces. Devoran combustible y distancias. Sus ojos brillan de noche y desde lejos parecen estrellas. Descaradamente antidemocráticos, marginan sin reparos de su manejo a la niñez, a las personas de avanzada edad y a hombres y mujeres con incapacidad física. La ciudad es su imperio y las personas sus esclavas. Son los... ¡automóviles!, Dueños y señores de los caminos. Seductoras moles de lata convertidas en verdadero símbolo de nuestro siglo y que, pese a todo, son una gran victoria de la ingeniería. Maravillas de la tecnología que a fin de cuentas no son más que... ¡"ogros" de cuatro llantas!



LA PRIMERA VICTIMA

La biografía del señor H. H. Bliss no figura en las enciclopedias. De este personaje se sabe poco, casi nada. La verdad es que apenas se ha registrado sus últimos instantes en este mundo. Sabemos, sí, que el buen hombre vivió en los Estados Unidos, más concretamente en la ciudad de Nueva York, donde encontró trágico fin allá por el año de 1899. Conociendo las circunstancias que rodearon su muerte podemos concluir que era galante y caballeroso, atento con las señoras, pues el pobrecito ayudaba a una dama a bajar de un tranvía cuando... ¡paf! Fue arrollado por un automóvil. A saber se trataría de la primera víctima de un accidente de tránsito. A estas alturas los automóviles -y sus hermanos mayores, los omnibuses y camiones- han cobrado millones de víctimas en todos los caminos del planeta.

La seguridad ciudadana, la tranquilidad y la salud ambiental urbana están realmente amenazadas por los metálicos armatostes. Nadie niega, sin embargo, sus contribuciones con el desarrollo del comercio, la economía y la integración de los pueblos.

RODANDO Y CONTAMINANDO

Ojos llorosos. Escozor en la garganta. Tos. Corrosión de rejas y monumentos. Paredes teñidas de negro. La contaminación ambiental generada por los carros es harto conocida y diario padecimiento de la población urbana. Ciudad de México, Santiago de Chile, Los Angeles y la propia Lima son patético ejemplo de ella. A los desequilibrios ambientales hay que sumar el embotellamiento, los accidentes y los ruidos. Bocinas, rugir de motores, rechinar de frenos son también simple y llana "contaminación acústica" que genera neurosis. Diseñados para brindar transporte fácil, son hoy la más importante fuente de envenenamiento de la atmósfera citadina. Para 1994 habían en el Perú 760,807 vehículos motorizados. Como suele ocurrir en la mayoría de capitales del Tercer Mundo, Lima concentra la mayor parte del parque automotor. El... ¡80%! De las unidades tiene una antigüedad de más de... ¡veinte años! La senilidad profundiza los efectos contaminantes.

Los vetustos motores son ineficientes, más derrochadores de combustible y no cuentan con la tecnología avanzada que, de una u otra manera, contrarresta aunque sea mínimamente la emisión de contaminantes.

ENSUCIANDO EL AIRE

Son cinco las principales clases de contaminantes del aire que "escapan" de los autos: el monóxido de carbono; los óxidos de azufre; partículas entre las que figura el plomo (que se acumula en el organismo, causando males renales, hepáticos, baja producción de hemoglobina e interfiere con las funciones cerebrales y nerviosas); óxidos de nitrógeno e hidrocarburos gaseosos. Estos dos últimos, al reaccionar con la luz solar forman la base del "smog", es decir los peligrosismos oxidantes fotoquímicos como el irritante y rojizo gas dióxido de nitrógeno; El líquido explosivo conocido como nitrato de peroxiactil; aldehídos y otros líquidos venenosos. Muchas de estas sustancias son reconocidas cancerígenos.

En los carros más modernos, a través de catalizadores, se transforma el peligroso monóxido de carbono en dióxido de carbono (o anhídrido carbónico CO2). Este compuesto no afecta directamente a la salud mas se sabe que precipita el temido "efecto invernadero". Para el caso de la llamada "gasolina ecológica", poco utilizada por su alto precio, su única virtud es que no libera el temible plomo. Al "gas licuado" se lo reconoce hoy como un combustible mucho más limpio que la gasolina o el diesel. Lamentablemente está elaborado a partir de una fuente no renovable. Ecológicamente hablando el auto es una desgracia, así consuma poco combustible de fuente fósil. "Un automóvil que sólo consuma tres litros no es ninguna solución, sino una evolución absolutamente errónea que paralizaría toda fuerza innovadora", ha escrito el científico alemán Frederic Vester.

LA CIUDAD Y LOS FIERROS

Las ciudades han dejado de lado la estética, las áreas verdes y los espacios para el disfrute y la integración vecinal en el afán de serle "funcionales" a los autos. Las vecinas y vecinos no tienen lugares abiertos donde relacionarse. La niñez ve amenazados sus juegos callejeros por los carros. Parques, jardines y hasta antiguas construcciones han caído para "anchar la calle". Así y todo el caos vehicular es un problema que crece día a día. El carro destronó al tranvía, pero hoy el destronado es aclamado como una de las soluciones más viables e inteligentes para el transporte urbano. Metros, trenes, transporte masivo interconectado es lo que se requiere para que las personas reconquistemos el espacio urbano. Las ciudades son hoy de los fierros. Ir a un parque y pretender escuchar a las aves y el sonido del viento sobre las hojas, o bien tratar de entablar una conversación con un paseante es tarea prácticamente imposible. Los ruidos de los "ogros" no dejarán oír ni la propia voz. Los humos enrojecerán los ojos. El caos causará malestar y mal humor. ¡Vaya ciudad!